jueves, 1 de agosto de 2024

GREGORIO MARAÑON. ANTONIO LOPEZ VEGA.


 

    Si le preguntamos al español medio quién fue Marañón algunos dirán que fue un médico, por lo del hospital, otros un científico, la mayoría que les suena sin más, otros, que no les suena de nada.

  El caso es que Gregorio Marañón fue mucho más que un grandísimo médico y científico. Fue un intelectual a la altura de su amigo Ortega y Gasset y un gran escritor, una figura central de lo mejor que creció en España en el siglo XX.

  “Ante todo fue un hombre comprometido con su tiempo, encabezó la disidencia en el interior del país durante la dictadura de Primo de Rivera y contempló con horror cómo los españoles se despeñaban por el precipicio del odio para acabar convirtiéndose en un puente hacia la reconciliación nacional en los años del franquismo” dice acertadamente la contraportada.

  Este libro pertenece a la colección que por poco más de cinco euros compré en el Book Center y que tan buenos ratos de lectura me están dando. Éste junto al de Azaña, al de Carrillo, al de Buñuel me han deparado horas de verdadero placer.

  Como los otros, este tiene observaciones, apuntes, que hacen entender bien la historia de España. Este párrafo en las primeras páginas: “La izquierda vivió la guerra como la resistencia del pueblo español contra la dictadura y el fascismo; la derecha, como una cruzada de salvación nacional. Muchos españoles, Marañón entre ellos, vieron en la Guerra Civil un desastroso fracaso colectivo".  Marañón, como otros intelectuales y en contra de lo que ha sostenido posteriormente el relato progresista, “estaba convencido de que la revolución española conducía al país al comunismo y así dio su apoyo a la España de Franco, claro, con todos los matices que se quieran.

  Marañón era un liberal cuyas ideas ahora serían un motivo de escarnio y quién sabe si de censura. Era partidario de que la mujer tuviera como principal objetivo la maternidad. Tela para los tiempos que ahora corren. La tarea de pensar y crear, creía el, estaba reservada al hombre por su “testicularidad”.

  “cada cual debe dar a su propia vida una importancia infinita. El deber que cada cual tiene de hacer de su propia vida una obra de arte”. Krausistas.

 No estoy de acuerdo en absoluto con una reflexión suya que podría haber sido escrita esta mañana: No hay más que dos caminos: o dar a Cataluña lo que pide o enviar un ejército de conquista. Lo absurdo de esta segunda solución hace que no pueda ser tenida en cuenta”. No, el problema catalán hay que tomarlo como el frío en Finlandia o el calor el Congo.

  “¡No es esto, no es esto!” el famoso epigrama de Ortega sigue: La República es una cosa. El radicalismo es otra. Si no, al tiempo”.

  Aterrador párrafo sobre su estancia en el Madrid ocupado por los milicianos: “He estado 5 meses en Madrid y aunque viviera cien años, no olvidaría el miserable horror de esa gente que ha querido convertir a España en una colonia de los rusos. No sé lo que han hecho los otros, los nacionales. Desde luego, no admite comparación con los rojos. Este tremendo timo a nuestra conciencia es tanto más doloroso, cuanto que los que creíamos tontos, nos advertían de que todo esto ocurriría. Ahora hay que decir que tenían razón; y que nosotros, los listos, éramos unos pobres diablos”.

  Una anécdota cuenta que cuando iba a llegar a España Marañón el general Varela dijo que lo fusilaría personalmente. Serrano Súñer, el cuñadísimo, dijo que él haría de guardaespaldas y que a ver si se atrevía. Como se ve también dentro del franquismo había diferentes puntos de vista.

  “Es más fácil morir por una idea. Y aun añadiría que menos heróico, que tratar de comprender las ideas de los demás”. El jesuita Batllori, de la Academia de la Historia.

  Como las demás, me ha encantado leer este estudio de Antonio López Vega.

No hay comentarios: