domingo, 22 de junio de 2014

LIBROS, BUQUINISTAS Y BIBLIOTECAS. AZORÍN.




  El dardo de este libro está lanzado no solo a los que gustan de la lectura estilosa y pulcra del maestro Azorín, sino también a los que gustan de los libros como objetos cuasi divinos y a los que gustan de ver a los libros acumulados en cualquier sitio y circunstancia.
  Es este un ejemplar construido a base de artículos de este o de aquel periódico, de éste o de aquel continente, de cuando estuvo exiliado en Argentina, reunidos todos por el profesor Francisco Fuster en una deliciosa edición de la editorial Fórcola. Libro éste que huele a tinta cocinada con cariño, como los libros de antes.
  Entonces, para los que padecemos esta enfermedad de tener que pasar cada cierto tiempo horas y horas mirando libros, acariciándolos a cientos sabiendo que solo podremos llevarnos tres o cuatro, es un libro medicina porque nos muestra que hay otras personas valiosísimas que también padecen este mal que para nosotros no lo es.
  La ocasión que encuentra el maestro para hablarnos de este mundo son las inauguraciones de la Feria del Libro de Madrid, o la instalación en las verjas del Botánico de los libros antiguos y de ocasión, o un viaje a París donde se deja las horas recorriendo los puestos del Sena, o la de los puestos repletos de Buenos Aires, etc.
La responsabilidad de haber comprado y leído este libro está, sobre todo, en los hombros de dos culpables: Andrés Tapiello y Luis Antonio de Villena que escribieron, éste último una reseña contagiosa en El Mundo y el otro el prólogo borgiano lleno de entusiasmo y admiración para la propia edición y publicada luego en su blog.  
  He aquí dos muestras: L. A. de Villena: “Para los amantes de ese mundo (que ha crecido y encarecido, como lamentaba Azorín en los años 20) este tomo de artículos es canela fina, también porque redescubre ese sencillo y exquisito estilo azoriniano, estupendo: “Que haga frío o calor, el librero de viejo está siempre en su puestecillo…”

A. Trapiello: “Tienes en las manos, lector, un libro precioso, un pequeño tesoro. Tesoro del pajarero, se titulaba aquel manual clásico que hablaba a los amantes de las aves de cómo cuidarlas, amarlas, favorecerlas. Tesoro del amante de los libros podría titularse. (…) En ningún otro confirmarás con mayor puntualidad el viejo adagio: El que comienza un libro es discípulo de quien lo acaba”.
  Cómo no te voy a querer.

jueves, 12 de junio de 2014

JEAN ECHENOZ. 14.


  Si me planteara –remotamente imposible- la idea de fabricar una novela sobre la primera guerra mundial habría intentado hacer algo parecido a esto que ha hecho Echenoz.  Meter cuatro años de conflictos, ilusiones, combates, muerte, vidas rotas, y millones de cosas más, en 98 páginas es como hacer de la guerra un agujero negro con una densidad  que tiende al infinito. Una poesía. Y para ello echa mano de un arma certera y arriesgada: la ironía. Cada párrafo tiene ironía y descreimiento. Párrafo 1 capítulo 6: “Asunto de quince días, había diagnosticado Charles tres meses atrás bajo el sol de agosto. Lo mismo que dijo Monteil, y lo mismo que muchos creían por aquel entonces. Salvo que quince días después, treinta días más tarde, al cabo de más y más semanas, cuando comenzó a llover y los días pasaron a ser más fríos y cortos, las cosas no se desarrollaron como estaba previsto”.  Descripciones despojadas de emociones: “… acababan de salir de su escondite cuando un caza Nieuport se estrelló y se hizo trizas al explotar en la trinchera, junto a su refugio, provocando un largo cataclismo de polvo y de humo, a través del cual vieron arder a dos aviadores muertos en el impacto que habían quedado consumidos en sus asientos y transformados en chisporroteantes esqueletos sujetos por sus correajes…”. Una novela en definitiva que se toma como una píldora y que fue tomada así, tal cual medicina en una tarde calurosa y plomiza de un verano extrañamente adelantado.

miércoles, 4 de junio de 2014

EMMANUEL CARRÈRE. EL ADVERSARIO


   
 En la FNAC pedí al empleado que me buscase algo de Carrère, lo que fuera, y aparte de Limonov esto era lo único que tenían. Justo el que yo quería. Aunque presumo que voy a leer todo lo que se haya publicado en España. Ayer mismo en la feria del libro del Retiro me compré De Vidas Ajenas. El Adversario es la historia de un hombre que ha mentido, por unas u otras razones, toda su vida. Primero para no defraudar a una madre débil y enfermiza y después para evitar enfrentarse a los pequeños fracasos que en la vida de todo hombre van apareciendo.
  Jean Cloude Romand existe. Si lo buscamos en la wikipedia o en los periódicos se le encuentra fácilmente. En 1993 mató a su mujer, a sus hijos, a sus padres y al perro de éstos. ¿Por qué? Porque el mundo estaba a punto de saber quién era en realidad. Y no pudo soportar la idea de que sus seres queridos, a los en verdad quería con locura, supieran qué clase de mentira descomunal guardaba.
  Carrère sabe de la noticia y se obsesiona por comprender la mente de un hombre que obra así. Contacta con su abogado y con algunos psiquiatras que lo han tratado. Le escribe cartas a prisión pero no contesta hasta pasados dos años. Va a verlo en alguna ocasión y escribe este duro informe sobre la soledad de un hombre que le lleva a hacer algo tan horrible.
  El libro es hipnótico. Uno se lleva el horror al trabajo aun cuando haya dejado de leer hace horas. Por la noche, antes de quedarse dormido. En las conversaciones con la familia y amigos. Es por tanto una obra de arte. Del estilo a la gran precursora de todo este tipo de novelas-reportaje: A sangre Fría de Truman Capote.
  Jean Claude Romand se ha ganado la confianza del mundo carcelario. Se ha hecho amigo de monitores y demás profesionales que han entrado en contacto con él. Cuando ingresaba un interno problemático lo instalaban en su misma celda para que se "civilizara". Hay una mujer, católica, que dice haberlo ganado para su causa y que dice que lo admira y quiere. El próximo año, si nada lo impide, saldrá de la cárcel.