sábado, 27 de julio de 2019

PLA. CARTAS DE LEJOS.


  Me ocurre que siempre me digo que no voy a comprar nada más de Pla. He leído mucho y creo que las editoriales quieren explotarlo al máximo. Si hay algo firmado por Pla, a la imprenta. Eso fue lo que me pasó cuando leí La vida lenta, que tanta publicidad le dieron. Lo mejor es El Cuaderno Gris. Lo demás son satélites en torno a esa enorme obra de arte. Pero he de decir que esta recopilación de artículos de viajes ha estado bien sin llegar a entusiasmar. Como siempre, observaciones acertadas y divertidas, comparaciones sorpresivas, puntos de vista únicos. Él es un tipo raro y especiales son las cosas que encuentra allá por donde va: las cosas de los ingleses, cómo se lo montan los noruegos, los suecos, todo, claro, de manera muy suya, muy subjetiva.
   “Lo más decisivo de un colegio es su base económica, porque si existe se puede intentar hacer algo; de lo contrario habrá que solicitar la aportación del Estado. La cultura, sin una base de dinero, es impracticable. La cultura de los países pobres no ha creado más que parásitos, aduladores y flagoneurs indescriptiblemente repugnantes. Ha creado un pequeño mundo siempre utilizable y sin moral. La cultura no ha sido nunca la libertad. El dinero puede ser –sin que fatalmente lo sea- el fundamento de la cultura y de la libertad”.
  Esto se lo comprarían sin duda en la actualidad en los USA de Trump.
  Digo que no volveré a comprar nada de Pla y siempre sale algo nuevo y siempre pico. Porque Pla es eso, un divertido y maravilloso punto de vista.

lunes, 15 de julio de 2019

DILIGENCIAS. ANDRES TRAPIELLO.



  Estoy echado a perder. Según Trapiello “A mí escribir me ha puesto a salvo de la literatura. De haber sido únicamente lector, me habría echado a perder, como la mayoría de los lectores, empezando por Alonso Quijano (en el mejor de los casos)”.
  Así es. Quitando unas pocas actividades: correr, pasear, montar en bici, y un etcétera amoroso –y corto de tiempo- la mayoría de las actividades me parecen aburridas comparadas con leer.
A principio de junio fui a la feria del libro para comprar este libro. Su autor firmaba ejemplares. Había una cola no demasiado numerosa pero la cosa iba tan lenta que estuve esperando más de media hora. Bajo un sol rabioso de verano. La pareja que tenía delante quería que les firmara un ejemplar de Las Armas y las letras para algún regalo. Quisieron pegar la hebra y me preguntaron algo. Al final acabamos hablando un poco del autor del que ellos desconocían casi todo. Es curioso lo que sé de Trapiello. Es como alguien cercano de la familia. Es más, sé más de él que de muchos miembros de mi familia. Yo les dije que iba a comprar dos ejemplares de los diarios: el último y Siete moderno.
  Cuando me tocó el turno lo saludé y enseguida que le entregué mis dos volúmenes los descapulló del plástico con gran pericia. Para que después diga que no vende mucho. Fue otra vez amable conmigo. Volvió a preguntarme el nombre y cuando se lo dije me miró como para reconocerme. Sí, se acordaba del año pasado.
  Este volumen Diligencias (tiene que ver con la portada del libro, un dibujo que le regaló un escultor amigo, utilizado para una escultura) es del año 2008. Otra vez las mismas cosas. Le dije que no le había hecho caso en el orden de las lecturas. En el fondo da igual cómo se lean. Me preguntó por la experiencia de hacia atrás, salvo excepciones como esta. Le contesté que igual de placentera la lectura: él era más joven, sus hijos más niños, etc.
  El libro, como todos, me ha resultado de lo más ameno. La pareja de la cola me preguntó si eran buenos. Y les dije: A mí me gustan.

lunes, 8 de julio de 2019

FORTUNATA Y JACINTA. BENITO PEREZ GALDOS.




    Cuando llevaba unas cincuenta páginas leídas de las casi novecientas anoté: “Llevo solo unas pocas páginas de FyJ. Ya sé que será uno de mis mejores libros. Lo sabía: Es el que me quedaba de los grandes. Con esa temática parecida. Bueno, dos. He leído Madame Bovary, La Regenta, Ana Karenina, Pepita Jiménez, ahora éste, y me queda también Los Maia, de uno de los grandes, vecino portugués: Eça de Quiroz”. Ahora terminado de leer pienso lo mismo pero sin exageraciones. No digo ya lo que decía Trapiello y que anoté también: “Dice que no es mejor que El Quijote, pero tampoco peor”.
Una frase para definir al Juanito Santa Cruz, el Don Juan del momento: “Juanito acabó por declararse a sí mismo que más sabe el que vive sin querer saber que el que quiere saber sin vivir”.

  “Porque si Juanito Santa Cruz no hubiera hecho esa visita, esta historia no se habría escrito. Se hubiera escrito otra, eso sí, porque por do quiera que el hombre vaya lleva consigo su novela; pero esta no”. Una parte de esta frase, como en un frontispicio de la habitación de un Montaigne, va siempre con cada tomo de los Pasos Perdidos de los diarios de Trapiello.
  “Daba dolor ver las anatomías de aquellos pobres animales, que apenas desplumados eran suspendidos por la cabeza, conservando la cola como sarcasmo de su mísero destino”.
  Las imágenes como esta se suceden en esta obra inmortal. Es el espacio para poder subir a la casa de uno de los personajes principales, cerca de la Plaza Mayor. Uno puede oler y sentir esa algarabía de animales y porquería. Y luego dicen algunos que tiempos pasados fueron mejores. Ahora como todo el mundo sabe los pollos se hacen en el Mercadona.
  Una novela de las grandes, de las de amor, infidelidades, líos amorosos que era lo que de verdad le gustaba a Galdós, como decía Trapiello. Otro capítulo más. Ahora, como dijo un amigo lector empedernido como un servidos, ya no puedo decir: “qué suerte que tengas aún pendiente la lectura de Fortunata y Jacinta. Pues eso.
  “Y siendo el amartelamiento de losnovios bastante empalagoso, aél le parecía que todavía se quedaban cortos y que debían entortolarse mucho más”.
  Después de buscar durante meses una buena edición que pudiera ser leída por mí –no quería quedarme ciego-, encontré esta de la editorial Círculo de Lectores en El Rastro. Una edición intonsa en dos tomos imitando al lujo barroco. Todo pura fachada. A las primeras cogidas el lomo se descuajeringó y sonaban las tripas como si le estuvieran abriendo en canal. No sé cómo esta novela no tiene una edición de esas que llaman príncipe. Parece mentira. Puede ser que los responsables se digan que nadie o poca gente va a echarse a los ojos una novela gorda del XIX. Pero ya que subvencionan cacas todos los días podrían ayudar a preparar una buena edición de esta obra inmortal. Yo solo por tenerla la compraría.