lunes, 26 de julio de 2010

ANTONIA POZZI



La poeta italiana nacida en 1912, Antonia Pozzi no publicó nada en vida y murió joven. Con veintiséis años. En el año treinta y ocho. Murió angustiada por la atmósfera de guerra y agitación que se respiraba en Europa. Ya se sabe que los poetas y las almas sensibles soportan peor las épocas de tribulaciones.

En su obra –una poesía autobiográfica- se adivinan diálogos incesantes con la muerte.

“como de rama en rama /un caer /ligero /de pájaros /cuyas alas ya no sostienen”.

martes, 20 de julio de 2010

20/jul/2010


Tengo unos días de vacaciones. Quiero hacer muchas cosas así que normalmente no hago nada, vagueo. Vaguear es de las cosas que mejor se me dan. Puedo estar horas tumbado, pensando. O quizá elucubrando cosas inútiles como qué escribir en el diario. Otras veces me falta tiempo. Esta mañana por ejemplo mientras esperaba la hora de comer me ha entrado una fiebre de actividad inaudita: lo quería hacer todo a la vez: escuchar a Compay II, a la vez leer una historia de Cuba dando pasos de salsa, y Hotel Nómada de Nooteboom -“Pero ¿Qué quiero yo en realidad? Demasiado, como siempre, y eso no es bueno. Y es que vivir una sola vez es una terrible prisión. El teatro es al parecer el único espacio en el que los hombres podemos evadir la prisión”-, a intervalos tocar la guitarra o hacer abdominales y flexiones en el suelo. El tiempo se nos va de las manos y al final no hacemos gran cosa.
Un amigo me trae de Corea del Sur unos sobrecitos con Gingseng granulado y bolsitas de té, de Gingseng también. Me las entregó en una fiesta moruna que monté la otra noche. De broma les dije a los presentes, todos disfrazados de moros, mientras comía algunos granos, que ya notaba los efectos. Me contó que allí cuando hablan de eso, de tomar gingseng, los hombres sueltan risitas cómplices. Puedo decir a su favor, a favor de la famosa raíz, que más tarde logré sin proponérmelo -y sin motivo-, una de las erecciones más descomunales de las que tenga recuerdo.
Vamos a cenar unos amigos al Gola-Gola. Antes me adelanto para reservar. Me recibe un muchacho en patines, a medio afeitar y con un tanga rojo por toda indumentaria. Me pregunta cuántos somos y le digo que seis pero que estamos tomando unas cervezas cerca..., el caso es que me dice que debemos ir ya si queremos cenar tranquilos y ver el espectáculo. Subir por sus escalera es entrar en un submundo. La luz es tenue. Los camareros van vestidos con camisetas de red y pantalones muy cortos y ceñidos, delicados ellos. Otros son enormes y musculosos: una tribu donde todas las acepciones están representadas. La comida no es gran cosa, un buffet de ensaladas, pero al menos es comida sana. Cuando estamos acabando de cenar sale a escena un ser humano ataviado con una peluca tan grande como una cola de novia. Es buena, enseguida se hace con la atención y simpatía del público. Las mesas están todas ocupadas. Pronto, cada vez más, se oyen carcajadas de una y otro. Los chistes son buenos, así como las imitaciones. Luego salen unos boys para provocar en las mesas donde se sabe que hay despedidas de soltera. Está muy animada la cosa y salimos contentos. Nos hemos divertido que es de lo que se trata.
La selección española ha ganado el mundial. Pensaba en que si ocurría eso, me emocionaría y lloraría de alegría. Pero no ha sido así. Brindé y me alegré mucho pero cuando una cosa así termina no llego a emocionarme tanto como he imaginado. Creo que es un defecto, pero como casi todos los defectos, inevitable. No obstante, este mes de julio, será para mi, por esta y otras razones, siempre inolvidable