lunes, 18 de marzo de 2019

ANTONY BEEVOR. EL MISTERIO DE OLGA CHEJOVA.



  De la Wikipedia:
Olga Knipper era su verdadero nombre, hija del ingeniero ferroviario1​ Konstantín Knipper, hermana del compositor Lev Knipper así como sobrina y homónima de la actriz Olga Knipper-Chéjova (esposa de Antón Chéjov), luteranos de origen étnico alemán. Estudió en Tsárskoye Seló pero, luego de ver a Eleonora Duse, se unió al estudio del Teatro de Arte de Moscú. Allí, conoció al gran actor Mijaíl Chéjov (sobrino de Antón Chéjov) en 1915 y se casó con él en el mismo año, tomando su apellido como propio. Su hija, la actriz Ada Chéjova, nació en 1916 (y falleció en 1966 en un accidente aéreo).
Dos años después de la Revolución de Octubre, Chéjova se divorció de su marido pero conservó su apellido. Pudo conseguir un pasaporte del gobierno soviético, posiblemente a cambio de cooperación, lo que le permitió abandonar Rusia. Fue acompañada por un agente soviético en tren hasta Vienna, luego se trasladó a Berlín en 1920. Su primer papel fue en la película muda de Friedrich Wilhelm Murnau El Castillo Encantado (1921). Actuó en las producciones de UFA de Max Reinhardt, el mismo estudio donde Fritz Lang dirigió Metrópolis (1927). Realizó una exitosa transición del cine mudo al hablado. En los 30s, creció hasta convertirse en una de las más brillantes estrellas del Tercer Reich siendo admirada por Adolf Hitler. Una foto publicada donde se la ve sentada junto a Hitler en una recepción le dio a los líderes de la inteligencia soviética la impresión de que tenía estrecha relación con Hitler.
Rosa «Olga Chéjova» (Cocker, 1977)
De hecho, tenía una relación más cercana con el Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, [cita requerida] quien se refirió a ella en sus diarios como "eine charmante Frau" ("una dama encantadora"). Los archivos soviéticos revelan que en realidad era una espía comunista.
En Hotel Berlín 1933, del argentino Pablo Sodor, se muestra a Chéjova muy relacionada con Carl-Heinrich von Stülpnagel, el coronel nazi que en 1944 participó del atentado contra Hitler.

  Hasta aquí la Wiki. Yo, poco más que añadir. El libro lo encontré en aquel montón de la basura. Quizá estaba allí, al contrario que otros, con razón. Detrás lleva una pegatina de la Casa del Libro a 3.46 euros. Es decir, de esas veces que aparecen en esa mesa donde un montón de libros pasan por el purgatorio antes de morir definitivamente.
  El autor es bueno. Sus libros de los que he leído gran parte me han gustado mucho. La edición y la editorial son buenas, Crítica, y con excelentes fotografías. Pero para mí es una obra menor del historiador británico. Falto de interés, mal llevado.
  Cuando no hago ningún subrayado puede ser por dos razones: o me ha gustado muchísimo o no me ha gustado nada. Este caso pertenece al segundo.
  Después de dos disgustillos lectores apuesto a caballo ganador, el archileído Sapiens de Harari, a ver si me resarzo.
   

viernes, 15 de marzo de 2019

LA MIRADA INMOVIL. Ramón J. Sender.



  Después de leer el libro de conversaciones con Peñuelas tenía tantas ganas de seguir leyendo cosas de Sender que en el Rastro pregunté por sus libros y la mujer encargada –estas personas sí saben lo que venden y dónde está a pesar de que su librería está atestada desde el suelo hasta el techo de libros usados- me enseñó la estantería y pude ver que había cinco o seis títulos. Algunos ya los tenía. Éste lo vi, lo ojeé, lo seguí hojeando y vi que en algún capítulo hablaba de su experiencia en la guerra de Marruecos. No me lo pensé. Luego, ahora que lo he terminado, a toro pasado como se dice, puedo decir que me equivoqué. No me ha gustado. Es una novela menor del autor y se nota porque tiene pocas reseñas y casi nunca forma parte del listado de sus obras.
  El argumento es confuso. Quizá Sender claudicó sin querer en aquellas modas en las que cuanto más confuso mejor. En la contraportada se hablaba de que la novela proponía un viaje peculiar, desde los enigmas de nuestra historia. No lo vi por ninguna parte, ni siquiera los enigmas.
  Tiene bastantes líneas de la propia biografía del escritor. Su exilio en EEUU, sus clases universitarias, las amantes, la sombra de la mujer asesinada por los franquistas, los hijos, los amigos.
  Tiene, como todos los libros de Sender observaciones impagables. Por ejemplo esta de la Inquisición y el motivo de que seamos como somos: “Decía Marañón, otro estoico, aunque menos dispuesto al heroísmo ejemplar: Lo malo de la Inquisición, lo que excitó el odio de todos y lo que acabó con su crédito desde mucho antes de que fuera abolida, no era su pretendida crueldad, sino el haber fomentado la delación, el haberla dignificado, considerándola como servicio a Dios, con lo que se hincharon, como esponjas en un cenagal, las malas pasiones de la humanidad resentida”.
  “Sería bueno morirse como los animales en el fondo de un bosque oscuro oyendo a los pájaros en los árboles y viendo filtrarse entre las ramas una última lus macilenta. Sola yo y sin invitados. Sola una consigo misma y con Dios”.
  “Cristo no ha existido sino en la imaginación creadora de algunos seres como el Bobo de Coria que tienen el secreto de la humanidad entera. Nunca ha existido y por eso puede darnos a todos la suprema lección desde la cruz. No nació nunca sino en la mente iluminada de Platón y de Filón de Alejandría con la idea del Logos y por eso no morirá nunca. Es decir vivirá mientras haya un hombre sobre la tierra como decía San Agustín y con la muerte de este último hombre morirá también Él. Eso solo lo sabemos por ahora, quizá, San Agustín, el Bobo de Coria y yo”. GENIAL.
 El ejemplar es una edición destrozada de Argos Vergara, descosida, del año 79. Un desastre, pero qué más se puede pedir por 2 euros.

martes, 12 de marzo de 2019

GERARD BRENAN. LA FAZ DE ESPAÑA.



  La faz de España, un delicioso libro de viajes por la España de 1949, del gran Geraldo Brenan. Eso sí que era hambre, miseria. Ahí no había tiempo para depresiones ni reivindicaciones, se gastaron todas durante la guerra; era todo un mundo de pura supervivencia.
  Hay algo en este tipo de autores británicos que me apasiona: su punto de vista en la observación. Son personas a las que les gusta hablar con cualquiera, se ésta importante o humilde, como Leigh Fermor o Graves u Orwell. Puede escribir un detalle banal o una disquisición histórica de varios siglos de antigüedad. Por ejemplo en Extremadura dice que en un pueblo, cruzando un puente romano vio un carro que llevaba encima a tres jóvenes mujeres que reían y lo miraban: nunca, dice, pudo olvidar aquella escena. Eso es grandioso.
  También te puede analizar un detalle técnico: “El arte barroco, como ha dicho Werner Weisbach en su admirable libro sobre él, es el arte de la propaganda. La Iglesia ya no era universal y había perdido mucha de su anterior confianza en sí misma: Sin embargo seguía sintiendo la necesidad de excitar, impresionar, desconcertar y abrumar a la gente”.
  A Brenan le gustaba España y los españoles. Nos perdonaba nuestros defectos y ensalzaba las grandes virtudes también. Y hay algo que también me gusta de él porque son cosas que también me gustan a mí: caminar, pasear, observar. Desde que llegó a aquel pueblo de la Alpujarra se le vio dar grandes caminatas por toda la montaña, hablar con las gentes del pueblo, con visitas que recibía de su país, sus amigos del grupo de aquel barrio de Londres.
  Una nota del libro en cuanto a nuestro sentimiento religioso. Ojo! Y nos quería con locura!!:
  “Los íberos carecían de imaginación para crear mitos, y sus dioses eran tan vagos y carentes de rasgos distintivos como los de los romanos. Los españoles han heredado su vaciedad mental, porque sus santos y Vírgenes son los más insulsos de Europa –criaturas torpes y larvarias a las que nunca les crecen las alas-, y la única doctrina teológica que han desarrollado y hecho suya es la de la Inmaculada Concepción. La Religión en España, excepto durante el breve período de los místicos carmelitas, ha sido un asunto de ritual y observancia, cargado de tabúes y sin buscar nunca una expresión ni intelectual ni imaginativa”.

Este libro lo encontré en el Campillo del Nuevo Mundo el día de Reyes de este año. Dos euros. Editorial Plaza y Janés, año de edición: 1985. Y lo acabo de ver que lo venden en Amazón a partir de 79 euros. Quizá sea el nicho de un negocio futuro, o, ¿trabajan ahí los algoritmos sabiendo la calidad y la escasez de determinados libros? ¿Quién sabe? En cualquier caso me ha procurado un gran placer por lo que vale un café con leche y no más de un churro.

miércoles, 6 de marzo de 2019

EL JARDIN DE LA POLVORA. ANDRES TRAPIELLO.



    A estas alturas de la película y después de 10 volúmenes leídos, puedo decir que soy un Salónperdidista perdido. Acaba de salir el perteneciente a este año que se llama Diligencias y ya estoy deseando comprármelo. Lo haré en junio, cuando llegue el calor y la feria del libro del Retiro y me lo pueda dedicar.
  Otra vez, sí, las mismas cosas. El Rastro, los viajes, Las Viñas, la mujer, los hijos, las librerías de viejo, su amigo R.G., y todas las personas identificadas como X,Z eY que sean; la mala leche que se emplea con algunos. Todas estas cosas referidas al año 1999. ¿Y no te aburres de siempre lo mismo? Una cosa es lo que se cuenta y otra muy distinta cómo se cuenta la cosa. Y Trapiello sabe hacerlo muy bien, o al menos ha conectado con mi sentido del humor, o con mi sentido de vivir. Treinta y ocho años tenía yo entonces en el 1999. Cuarenta y seis él.  Ahora yo cincuenta y seis, él siete más; siempre la misma diferencia hasta el fin. Como la diferencia eterna también entre mis hijas. Él, como mi hermano mayor. Las edades verdaderas, para arriba y para abajo, hacia la muerte ineluctable, las de los libros, de ficción, como el orden de la lectura de estos libros, hacia atrás, hacia la juventud.
  ¿Me puedo ya considerar un lector suyo? ¿Un buen lector? Quizá yo sea como ese que cuenta en la página 83 “…hombre tú, yo leo tus diarios, interesantes, me río mucho con ellos, tienes muy mala leche”. No está pagado que alguien te alegre el día aunque sea por un ratillo. Y carcajadas me las asegura en cada tramo de lectura.
  Trapiello lleva vida de escritor y lo que para él es un fastidio para sus lectores el es despipote de lo que sería llevar una vida feliz: hoteles, comidas, encuentros con desconocidos, regalos… “dije que escribía novelas, por nada del mundo hubiera dicho que era poeta, hubieran puesto la misma cara si se hubieran enterado que me seguía haciendo pis en la cama”. Y cuando le preguntan qué escribe dice: “No sé, novelas, ensayos, un poco de todo” y añade, “como el comisionista que abre una maleta y muestra el género por si quiere llevarse algo”. Risas. ¿De dónde sacará tantas frases, tantas comparaciones imbatibles, tantos tonos de humor? Refiriéndose a los jurados literarios “Los jurados hay que ahormarlos, la literatura está para eso, para encontrar las palabras adecuadas, lo mismo que la democracia se maquilla dignamente para que dos votos, de un listo y de un tonto, valgan lo mismo”.
  He dicho lo de las risas, pero ¿y los llantos? Qué congoja leer cuando están en su casa de visita su madre y su hermano mayor, nacido con una enfermedad mental desde niño, con problemas epilépticos, con sesenta años. Imaginar esa vida de su madre durante toda una vida. Y otro hermano, éste fraile, que le decía a su madre para consolarla de la pérdida de su esposo, su padre: “Ánimo, madre, que cada vez queda menos para reunirnos con él”. Y a continuación pocas líneas después hacer decir a su madre a otro hermano: “No, si yo no quiero morirme”.
  Y ahí andamos, sin querer morirnos de momento, mientras nos sigan haciendo gracias estas cosas, o mientras nos hagan llorar esas otras.