miércoles, 27 de febrero de 2013

Antonio Muñoz Molina. Todo lo que era sólido.



  La clave principal de este ensayo de uno de mis escritores favoritos es que nos acostumbramos a vivir dentro de unas certidumbres que no eran tales. Que todo puede cambiar y cambiar a peor. Que lo que nos parecía inamovible puede dejar de serlo. Nos habla de nuestros defectos que son muchos, pero también de las virtudes. También habla maravillas de su segundo país de residencia, Nueva York, sí, un país en sí mismo, pero también de los defectos graves que tiene.
  El libro está dividido en secciones de apenas unas páginas numeradas; 104 viñetas de verdad y de espanto por lo que hemos sido capaces de perpetrar. Dentro de muchos años los historiadores estudiarán esta época como una época de delirios. Quimeras individuales pero también colectivas. Como un acceso de locura en el que hemos caído casi todas las capas de la sociedad. Y si tuviera que entresacar un párrafo destacaría éste por señalar que los errores fragantes de los gobernantes, al final, los pagamos todos. Y esos "lujos ya no podemos permitírselos". 
  “Durante demasiados años tendremos que seguir pagando las deudas que ellos contrajeron para costear esos delirios que siempre eran delirios de grandeza. Lo que se tiró en lo superfluo ahora nos falta en lo imprescindible, y no hay proporción entre la gravedad de las responsabilidades y el reparto de las cargas, entre la impunidad de unos y el sufrimiento de los que han de pagar las consecuencias”.
  Si algunos no hemos cometido excesos ¿por qué tenemos que pagar también los platos rotos? Sí, ya sé, las deudas de unos padres irresponsables son heredadas también por sus hijos. Qué pena.

lunes, 25 de febrero de 2013

David Foster Wallace

  Este escritor estadounidense nació el mismo año que yo. Cosecha del 62.  El doce de septiembre de 2008 se ahorcó al no poder seguir soportando la depresión que según su padre llevaba arrastrando desde hacía veinte años. Su médico está claro que no dio con el tratamiento adecuado. Al fin y al cabo, hasta para el amor, solamente somos química. Aunque como dice Fresán en un buenísimo artículo de ABC “Jonathan Franzen llegó a la conclusión y diagnóstico post mórtem de que «David murió de aburrimiento”. A raíz de esta muerte por propia mano leí muchos artículos de él como es obvio. Pero no he querido escribir nada hasta leer algo suyo. Elegí, quizá atraído por el título “Entrevistas breves con hombres repulsivos”.  No me gustó. Quizá rechace por temperamento a los autores que quieren contarlo todo, algo parecido a lo que me pasa con Bolaño. No sé, tampoco quiero calificarlo como dice Bret Easton Ellis: “Wallace es el más aburrido, sobrevalorado, torturado y pretencioso autor de mi generación… Un fraude y el mejor ejemplo de escritor masculino y contemporáneo persiguiendo con lujuria una especie de desagradable grandeza para la que, simplemente, no estaba capacitado…”.
  No sé, quizá era un tipo torturado incapaz de encontrar explicación a las cosas de la vida. Quizá demasiado complicado.
  “La persona deprimida sufría una angustia emocional terrible e incesante, y la imposibilidad de compartir o manifestar esa angustia era en sí misma un componente de la angustia y un factor que contribuía a su horror esencial”.
  LA PERSONA DEPRIMIDA de su libro de relatos: Entrevistas breves con hombres repulsivos.

sábado, 23 de febrero de 2013

La sonrisa del Jaguar. Salman Rushdie.


  Viaje del escritor a Nicaragua en 1986 a buscar sus impresiones políticas, sociales y literarias de un país hermoso y lleno de contradicciones. En Nicaragua, decía Ruhsdie, casi todo el mundo es poeta. Y una violencia sin límites.
  “El primer Somoza, Anastasio Somoza García, presidió el asesinato de veinte mil nicaragüenses hasta que lo mató a balazos el poeta Rigoberto López (que a su vez fue instantáneamente asesinado por la Guardia Nacional)”.
  Y sólo por este párrafo ya ha merecido la pena la lectura: “Volvimos al tema del idioma rama. Hay sólo veintitrés personas vivas que pueden hablarlo; los otros ramas ya han perdido su idioma. Una lingüista francesa pasó meses con los veintitrés viejos, para conocer la estructura y la fonética del idioma antes de que desaparezca. ‘Se encontró con un problema bastante serio –me contó Cathy-. La mayor parte de los viejos rama ya no tenían dientes, por lo que algunas palabras no las podían pronunciar correctamente’. Una dentadura postiza es demasiado cara. Los gastos de ortodoncia podrían asestar el golpe final a un idioma pequeño y moribundo. Nicaragua es un país de grandes y pequeñas tragedias”.

martes, 19 de febrero de 2013

Hitch-22 Christopher Hitchens.

  Las memorias de este polemista, periodista y escritor inglés reconvertido en estadounidense fueron terminadas poco antes de que le diagnosticaran un cáncer que le llevaría pronto a la muerte. Ahora que lo he leído y antes que lo había escuchado en las conferencias y charlas que pueden encontrarse en youtube, creo que era mejor orador que escritor (“Si te invitan a un debate con Christian Hitchens, no vayas”) Richard Dawkins. Hace poco leí su libro póstumo: Inmortalidad. Ahí cuenta el proceso hasta la muerte y de cómo se mantuvo coherente hasta el final. Hitchens era un azotador de todas las religiones. Un sabueso implacable contra todas y especialmente contra las cristianas; por eso me caía bien. Pero me ha asombrado comprobar que un descreído tan convencido del más allá pudiera dejarse embaucar, creer, en la administración Bush, en sus invenciones y en sus invasiones.
  Alardeaba de tener como amistades a los escritores Ian McEwan, Salman Rusdie, a Edward Said o Martin Amis, entre otros. Éste, en sus fabulosas memorias “Experiencia”, contaba que Chris era “apuesto, festivo, enjutamente izquierdista”. Eso, como le pasa a la mayoría de los mortales, se le fue pasando con el tiempo hasta convertirse en un neocon.
  Me han parecido unas memorias infinitamente peor escritas que las de Amis. Falto de rigor y algo desordenadas pero interesantes. Su madre se suicidó después de abandonarles a él y a su padre, Comandante de la marina real británica, hombre bebedor y hermético. Se largó con un medio poeta con trastorno de la personalidad que la arrastró, junto a él, a la ingesta de unos cuantos tarros de somníferos. Todo eso ocurrió en Atenas.
  Hitchens, por lo que él mismo cuenta y por lo que se puede apreciar en algunos videos de la red, fumaba y bebía con furia. Algo de su interior le espantaba. En el estupendo documento que es “Los cuatro jinetes del ateísmo” http://www.youtube.com/watch?v=tS_MT79m4Vw se puede ver a Hitchens junto a Daniel Dennett, Richard Dawkins y Sam Harris discutiendo acerca de la estafa perfecta de las religiones. La voz de nuestro contertulio es encantadora, convincente, erudita. Pero hay algo de ansia en sus gestos y posturas. Ojalá descanse en paz. Me sigue pareciendo un ser humano singular; valioso.