domingo, 25 de febrero de 2018

SALVADOR PÁNIKER. CUADERNO AMARILLO.




  Este libro recuerdo haberlo visto en muchos escaparates cuando se editó. Se habló mucho de él y se vendieron miles de ejemplares, de cuando se vendían muchos miles de ejemplares de muchos libros. Este que tengo aquí es el de una tercera edición y dice que se han vendido 35.000; imagino que se venderían más. Salía el autor hispano indio en muchas tertulias de televisión hablando de filosofía o de libros, cuando en la televisión aún se podían ver programas culturales sin que lo interrumpieran cada tres minutos para no aburrir al personal. No saben que a los que les gusta leer están dotados de una paciencia creada a base de horas leyendo en soledad.
El libro lo compré el 17 de diciembre de 2017, en la Cuesta de Moyano. Edición del año 2001, de cuando aún se ponían los precios en euros y pesetas. 19.90. Híper subrayado, anotado y comentado. Tiene anotadas al menos cien frases en las hojas en blanco pero no me importó porque está bien cuidado y el precio era imbatible: 3 euros. He elegido un pilot de color azul claro para diferenciar los subrayados suyos de los míos, con lo cual se ha convertido en una especie de libreta escolar maltratada. Pero me encanta. También tuvo una hija, M. a la que también le pasó de todo: drogas y depresiones que la llevaron a la muerte. La sabiduría y la cultura no garantizan nada. Más bien entorpece a la vida común y corriente.
  Cuenta chismes y anécdotas con personajes célebres de la España de su tiempo, o mejor de su espacio porque su tiempo es también el mío –en parte- pero del que no cataremos ni una pizca. Imagino que eso traerá problemas a los escritores que lo practican. Quizá por eso Trapiello utiliza X. o iniciales o, cuando le parece bien, imagino que cuando crea que no molesta, el nombre completo. También cuenta intimidades que sonrojan un poco como los encuentros con su amante, a la que sí nombra por las iniciales. Y confiesa que tiene un gran pene y que lo utiliza de manera tántrica, es decir, según técnicas milenarias hindúes; reteniendo.
  Narra muy bien esos encuentros que son tan difíciles de contar como son las reuniones de la alta sociedad; comidas y cenas llenas de glamur y encanto. Y es que Pániker ha sido en este país un referente exótico, un hombre de aspecto distinguido, eslabón entre el mundo oriental y occidental.
  Fue ingeniero de profesión aunque luego se convirtió en editor –Kairós-, filósofo, escritor y conversador en la tele.   
  Dos subrayados míos:
“Jesús es, ante todo, un personaje literario. Lo cual no es ningún desdoro. Un personaje, quizá literario, pero cuyo legado nos sigue pareciendo admirable”.
  “Los músicos son mis mejores amigos, y su lenguaje es el que más me llega. Me llega al cerebro, al intelecto, a las entrañas. Ocurre que ellos (algunos de ellos) han conseguido crear unos islotes de excelencia dentro del gran mar de la majadería humana”.
  Inventó una palabra que puso de moda pero que se ha dejado de escuchar “La retroprogresión”. La continuidad entre el mundo del pasado y el presente”.
  Me ha gustado lo del menú: que un hombre sea libre de elegir entre diferentes ideas, religiones, filosofías o lo que sea.
   “Así uno no es cristiano ni hinduista ni budista, sino, simplemente un hombre que recoge información y energía de distintas fuentes y compone su propio menú”.
  Pániker era catalán, barcelonés, pero si tuviera que vivir en estos tiempos se echaría las manos a la cabeza viendo el panorama político: “Uno defiende el pluralismo abierto al dialogo, el pluralismo que asume unos ciertos mínimos de consenso, como pueden ser los derechos humanos, o, en la convivencia política, la Constitución”. Ahora lo llamarían fascista por decir eso.
Hay algunas cosas que no me han gustado de este libro. La primera y principal: que se haya metido con Trapiello, al que lee “para afinar el instrumento”. Hablaba del escritor leonés Andrés Trapiello, y lo calificaba de melancólico, “escritor de nimiedades y resentimientos”. No estoy de acuerdo. Lo acusaba también de pasarse la vida entre libros. ¿Y? Divaga, para incidir en su forma de escribir, en que si el sujeto, el narrador, se ve más o menos. Chorradas, Trapiello es sin lugar a dudas el mejor diarista vivo y se convertirá con el tiempo, si no lo es ya, en uno de los mejores de la historia. Como castigo a tamaña afrenta hoy he encargado nuevos volúmenes, y otro de Pániker, visto en la Cuesta de Moyano lo he dejado pasar. Y así hasta que se me pase. Le perdonaré porque fue también nada menos que el presidente de la Asociación Pro Derecho a Morir Dignamente de España.

viernes, 16 de febrero de 2018

SUSANG SONTAG. ANTE EL DOLOR DE LOS DEMÁS.




   Ante el dolor de los demás, de Susang Sontag. Qué significado tiene el hecho relativamente moderno de exponer el sufrimiento, la guerra, el horror en tiempo real, a todo color, con toda la crudeza. Reporteros de guerra, periodistas en el abismo del mundo. ¿No fue Goya y tantos predecesores, un moderno reportero de guerra cuando dibujó sus Desastres de la Guerra?
  “Las únicas personas que tienen derecho a ver imágenes de semejante sufrimiento extremado son las que pueden hacer algo para aliviarlo –por ejemplo, los cirujanos del hospital militar donde se hizo la fotografía- o las que pueden aprender de ella. Los demás somos mirones, tengamos o no la intención de serlo”. 
  Durante la lectura de este ensayo no he dejado de acordarme de la viñeta de Quino, o de las 8 viñetas exactamente, en la que para una misma fotografía –dibujo- se disponía de 8 pie de fotos, cada uno tirando para su lado. Las imágenes se han utilizado, se utilizan y se utilizará.
  Quizá la Guerra de Vietnam la perdieron los Estados Unidos después de que el mundo viera a niños quemados por el napalm o el tiro en la sien a un vietcom por parte de un oficial enemigo, aliado de los USA. Y los serbios empezaron a perder la suya después de ver los cuerpos destrozados por artillería caída en un mercado de Sarajevo.
  ¿Podemos terminar anestesiados y acostumbrarnos a ver la muerte mientras consumimos la cena viendo el telediario? Al parecer sí. Pero todo es proporcional a la distancia en la que se produzca esa muerte. La cercana nos agita, nos conmueve. La muerte lejana, aunque sea numerosa, la olvidamos por la mañana.
  Siempre es un placer leer sobre un tema por alguien competente. En este caso, Susang Sontag, ha sido una intelectual a la que siempre he seguido.

sábado, 10 de febrero de 2018

dos libros amateur



LA MERIENDA DEL CANIBAL. FRANCISCO MANUEL ESPINOSA.
RELATOS CON CODEINA. OSCAR MAIF.
  El mundo se puede dividir entre los que se editan un libro y los que no lo harían jamás. Entre estos últimos, que están a punto de extinción, me encuentro yo.  En el foro de literatura que frecuento existen algunos –somos pocos- que se han editado su propio libro. ¿Era necesario? Si pregunta alguien  para qué un libro, el autor no sabrá qué contestar. Un libro debería explicarse por sí solo, sobre todo si tiene categoría. Éstos que he leído seguidos tienen algún acierto porque es difícil que un libro, por malo que sea, no lo tenga.
  En el de Sap, que es el autor de La merienda del Canibal, se pueden encontrar algunos relatos en los que la risa y la ternura se van entrelazando y donde puede uno sorprenderse riendo o con una lágrima a punto de caramelo. La infancia y la juventud. Los mismos gestos y anhelos. Las mismas travesuras. No es un profesional pero se ve que tiene eso que se llama oficio.
  Un familiar cercano también se editó libros y en algunos encontré hallazgos, pero creo que ninguno perdurará. Los que más me llamaron la atención son los que hablaban de su propia vida. De sus recuerdos de infancia, de los sitios, de las gamberradas, anécdotas cien veces contadas en reuniones familiares. Y si me gustaban era porque podía reconocerme o reconocer el paisaje. No es que yo fuera un personaje –somos primos- sino porque podría haber estado en esos mismos sitios solo unos pocos años después.
  Estos libros, aquellos, ¿los hubiera leído de no ser por quienes era los autores? No lo creo. Además uno tiene la aprensión o el prejuicio de pensar que si se lo ha editado, si ninguna editorial mínimamente seria se lo ha admitido, es difícil que merezca la pena. Están bien, algunos cuentos relatos o narraciones, pero solo para ser colgados en un foro o en un blog. Compartirlo con amigos o conocidos. Pero creo que no para darlo a la imprenta. ¿No hay ya demasiados?
  El libro de relatos de Oscar Maif es un libro sin sustancia. Lo podría haber escrito yo. Es decir le veo los mismos defectos de técnica que yo le hubiera dado. Los mismos trucos de principiante. Se ve que tenía ganas e ideas pero absoluta falta de talento para plasmarla. Se supone por lo que cuenta que quiere hacer cuentas con su pasado. El haber pasado por un internado, las fantasías eróticas de adolescente, el abandono del padre.
  Dice el propio autor que su libro se podía comparar con un saco de melones. Si es así deberían ser melones sin azúcar, pochos, sin sabor. Al mundo no le hacía falta un libro así. Al autor parece que sí porque a lo que parece prepara su primera novela.
  Y cada vez hay más. Pero soy un buen compañero y no me importa regalar el obsequio de su compra, y de lo que es más importante, de su lectura. Al menos una docena me he llevado a los ojos, me refiero a libros auto editados, y siempre me han decepcionado. Unos más que otros ciertamente, pero cuesta poco hacer feliz a la gente. Lo que no soy capaz de hacer es una buena crítica insincera. No me sale y además creo que es perjudicial para quien escribe. Porque seguirá escribiendo con los ojos ciegos del enamorado. No, nunca hay que animar a alguien a escribir, o al menos no a plasmarlo en papel viendo como está el mundo de sucio.