Ante
el dolor de los demás, de Susang Sontag. Qué significado tiene el hecho
relativamente moderno de exponer el sufrimiento, la guerra, el horror en tiempo
real, a todo color, con toda la crudeza. Reporteros de guerra, periodistas en
el abismo del mundo. ¿No fue Goya y tantos predecesores, un moderno reportero
de guerra cuando dibujó sus Desastres de la Guerra?
“Las únicas personas que tienen derecho a ver
imágenes de semejante sufrimiento extremado son las que pueden hacer algo para
aliviarlo –por ejemplo, los cirujanos del hospital militar donde se hizo la
fotografía- o las que pueden aprender de ella. Los demás somos mirones,
tengamos o no la intención de serlo”.
Durante la lectura de este ensayo no he
dejado de acordarme de la viñeta de Quino, o de las 8 viñetas exactamente, en
la que para una misma fotografía –dibujo- se disponía de 8 pie de fotos, cada
uno tirando para su lado. Las imágenes se han utilizado, se utilizan y se
utilizará.
Quizá la Guerra de Vietnam la perdieron los
Estados Unidos después de que el mundo viera a niños quemados por el napalm o
el tiro en la sien a un vietcom por parte de un oficial enemigo, aliado de los
USA. Y los serbios empezaron a perder la suya después de ver los cuerpos
destrozados por artillería caída en un mercado de Sarajevo.
¿Podemos terminar anestesiados y
acostumbrarnos a ver la muerte mientras consumimos la cena viendo el
telediario? Al parecer sí. Pero todo es proporcional a la distancia en la que
se produzca esa muerte. La cercana nos agita, nos conmueve. La muerte lejana,
aunque sea numerosa, la olvidamos por la mañana.
Siempre es un placer leer sobre un tema por
alguien competente. En este caso, Susang Sontag, ha sido una intelectual a la
que siempre he seguido.
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