LA MERIENDA DEL CANIBAL. FRANCISCO MANUEL ESPINOSA.
RELATOS CON CODEINA. OSCAR MAIF.
El mundo se puede dividir entre los que se
editan un libro y los que no lo harían jamás. Entre estos últimos, que están a
punto de extinción, me encuentro yo. En
el foro de literatura que frecuento existen algunos –somos pocos- que se han
editado su propio libro. ¿Era necesario? Si pregunta alguien para qué un libro, el autor no sabrá qué
contestar. Un libro debería explicarse por sí solo, sobre todo si tiene categoría.
Éstos que he leído seguidos tienen algún acierto porque es difícil que un
libro, por malo que sea, no lo tenga.
En el de Sap, que es el autor de La merienda
del Canibal, se pueden encontrar algunos relatos en los que la risa y la ternura
se van entrelazando y donde puede uno sorprenderse riendo o con una lágrima a
punto de caramelo. La infancia y la juventud. Los mismos gestos y anhelos. Las
mismas travesuras. No es un profesional pero se ve que tiene eso que se llama
oficio.
Un familiar cercano también se editó libros y
en algunos encontré hallazgos, pero creo que ninguno perdurará. Los que más me
llamaron la atención son los que hablaban de su propia vida. De sus recuerdos
de infancia, de los sitios, de las gamberradas, anécdotas cien veces contadas
en reuniones familiares. Y si me gustaban era porque podía reconocerme o
reconocer el paisaje. No es que yo fuera un personaje –somos primos- sino
porque podría haber estado en esos mismos sitios solo unos pocos años después.
Estos libros, aquellos, ¿los hubiera leído de
no ser por quienes era los autores? No lo creo. Además uno tiene la aprensión o
el prejuicio de pensar que si se lo ha editado, si ninguna editorial
mínimamente seria se lo ha admitido, es difícil que merezca la pena. Están
bien, algunos cuentos relatos o narraciones, pero solo para ser colgados en un
foro o en un blog. Compartirlo con amigos o conocidos. Pero creo que no para
darlo a la imprenta. ¿No hay ya demasiados?
El libro de relatos de Oscar Maif es un libro
sin sustancia. Lo podría haber escrito yo. Es decir le veo los mismos defectos
de técnica que yo le hubiera dado. Los mismos trucos de principiante. Se ve que
tenía ganas e ideas pero absoluta falta de talento para plasmarla. Se supone
por lo que cuenta que quiere hacer cuentas con su pasado. El haber pasado por
un internado, las fantasías eróticas de adolescente, el abandono del padre.
Dice el propio autor que su libro se podía
comparar con un saco de melones. Si es así deberían ser melones sin azúcar,
pochos, sin sabor. Al mundo no le hacía falta un libro así. Al autor parece que
sí porque a lo que parece prepara su primera novela.
Y cada
vez hay más. Pero soy un buen compañero y no me importa regalar el obsequio de
su compra, y de lo que es más importante, de su lectura. Al menos una docena me
he llevado a los ojos, me refiero a libros auto editados, y siempre me han
decepcionado. Unos más que otros ciertamente, pero cuesta poco hacer feliz a la
gente. Lo que no soy capaz de hacer es una buena crítica insincera. No me sale
y además creo que es perjudicial para quien escribe. Porque seguirá escribiendo
con los ojos ciegos del enamorado. No, nunca hay que animar a alguien a
escribir, o al menos no a plasmarlo en papel viendo como está el mundo de
sucio.
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