Este libro recuerdo haberlo visto en muchos
escaparates cuando se editó. Se habló mucho de él y se vendieron miles de
ejemplares, de cuando se vendían muchos miles de ejemplares de muchos libros. Este
que tengo aquí es el de una tercera edición y dice que se han vendido 35.000;
imagino que se venderían más. Salía el autor hispano indio en muchas tertulias
de televisión hablando de filosofía o de libros, cuando en la televisión aún se
podían ver programas culturales sin que lo interrumpieran cada tres minutos
para no aburrir al personal. No saben que a los que les gusta leer están
dotados de una paciencia creada a base de horas leyendo en soledad.
El
libro lo compré el 17 de diciembre de 2017, en la Cuesta de Moyano. Edición del
año 2001, de cuando aún se ponían los precios en euros y pesetas. 19.90. Híper
subrayado, anotado y comentado. Tiene anotadas al menos cien frases en las
hojas en blanco pero no me importó porque está bien cuidado y el precio era
imbatible: 3 euros. He elegido un pilot de color azul claro para diferenciar
los subrayados suyos de los míos, con lo cual se ha convertido en una especie
de libreta escolar maltratada. Pero me encanta. También tuvo una hija, M. a la
que también le pasó de todo: drogas y depresiones que la llevaron a la muerte.
La sabiduría y la cultura no garantizan nada. Más bien entorpece a la vida
común y corriente.
Cuenta chismes y anécdotas con personajes
célebres de la España de su tiempo, o mejor de su espacio porque su tiempo es
también el mío –en parte- pero del que no cataremos ni una pizca. Imagino que
eso traerá problemas a los escritores que lo practican. Quizá por eso Trapiello
utiliza X. o iniciales o, cuando le parece bien, imagino que cuando crea que no
molesta, el nombre completo. También cuenta intimidades que sonrojan un poco
como los encuentros con su amante, a la que sí nombra por las iniciales. Y
confiesa que tiene un gran pene y que lo utiliza de manera tántrica, es decir,
según técnicas milenarias hindúes; reteniendo.
Narra muy bien esos encuentros que son tan difíciles
de contar como son las reuniones de la alta sociedad; comidas y cenas llenas de
glamur y encanto. Y es que Pániker ha sido en este país un referente exótico,
un hombre de aspecto distinguido, eslabón entre el mundo oriental y occidental.
Fue ingeniero de profesión aunque luego se
convirtió en editor –Kairós-, filósofo, escritor y conversador en la tele.
Dos subrayados míos:
“Jesús
es, ante todo, un personaje literario. Lo cual no es ningún desdoro. Un
personaje, quizá literario, pero cuyo legado nos sigue pareciendo admirable”.
“Los músicos son mis mejores amigos, y su
lenguaje es el que más me llega. Me llega al cerebro, al intelecto, a las
entrañas. Ocurre que ellos (algunos de ellos) han conseguido crear unos islotes
de excelencia dentro del gran mar de la majadería humana”.
Inventó una palabra que puso de moda pero que
se ha dejado de escuchar “La retroprogresión”. La continuidad entre el mundo
del pasado y el presente”.
Me ha gustado lo del menú: que un hombre sea
libre de elegir entre diferentes ideas, religiones, filosofías o lo que sea.
“Así
uno no es cristiano ni hinduista ni budista, sino, simplemente un hombre que recoge
información y energía de distintas fuentes y compone su propio menú”.
Pániker era catalán, barcelonés, pero si
tuviera que vivir en estos tiempos se echaría las manos a la cabeza viendo el
panorama político: “Uno defiende el pluralismo abierto al dialogo, el
pluralismo que asume unos ciertos mínimos de consenso, como pueden ser los
derechos humanos, o, en la convivencia política, la Constitución”. Ahora lo
llamarían fascista por decir eso.
Hay
algunas cosas que no me han gustado de este libro. La primera y principal: que
se haya metido con Trapiello, al que lee “para afinar el instrumento”. Hablaba
del escritor leonés Andrés Trapiello, y lo calificaba de melancólico, “escritor
de nimiedades y resentimientos”. No estoy de acuerdo. Lo acusaba también de
pasarse la vida entre libros. ¿Y? Divaga, para incidir en su forma de escribir,
en que si el sujeto, el narrador, se ve más o menos. Chorradas, Trapiello es
sin lugar a dudas el mejor diarista vivo y se convertirá con el tiempo, si no
lo es ya, en uno de los mejores de la historia. Como castigo a tamaña afrenta
hoy he encargado nuevos volúmenes, y otro de Pániker, visto en la Cuesta de
Moyano lo he dejado pasar. Y así hasta que se me pase. Le perdonaré porque fue
también nada menos que el presidente de la Asociación Pro Derecho a Morir
Dignamente de España.
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