lunes, 30 de marzo de 2015

30 de marzo de 2015




  Aunque me gusta salir solo a Madrid hoy he convencido a las niñas para que me acompañaran, ahora que están de vacaciones, y, aunque ellas no lo supieran, el propósito principal era hacerme con el tercer tomo de los diarios de Uriarte. Les he prometido ir donde quisieran y comer en un buen restaurante. Hemos recorrido las calles bulliciosas y soleadas del centro, llenas de turistas. Lo primero: no ha habido primavera. Del invierno al verano sin transición. Pero da igual, se agradece, cómo no. La gente sonríe por la calle incrédulas por el calor. La piel de las mujeres resplandece después de un invierno duro y frío. Hemos ido al Retiro a caminar pero yo me he detenido en las casetas de la Cuesta de Moyano buscando los Diarios. No lo tenían pero en cambio he encontrado “La vida lenta”; unos diarios inéditos de Pla.
  Siempre me han fascinado los árboles de la entrada del parque, los mismos que enmarcaron la famosa foto de Pío Baroja. Pinos imponentes a la manera de los romanos,  escoltados por grandes eucaliptus que dotan al aire de un aroma a vegetales sanos. A la izquierda, hablando de cuerpos, hay una joven tumbada en puro biquini. Qué hubiera pensado Don Pío ante esa visión: carne blanca sobre fondo verde. Imagino que lo mismo que a mí: buenas sensaciones. Después de una buena caminata enfilamos por la puerta de Alcalá hacia Callao que es donde pienso encontrar mi libro pero hacemos una parada en una de mis favoritas: la Antonio Machado. Ahí sí lo tienen. Lo compro y también la biografía largo tiempo esperada de Patrick Leigh Fermor, escrita por Artemis Cooper. Es caro pero el deseo de tenerlo es más poderoso. Ojeo y pago rápido. Seguiría comprando: El reloj, de Carlo Levi. Ya lo tengo en la cabeza como un gusano hambriento; tanto me gustó su otro libro: Cristo se detuvo en Éboli. Llegamos a Callao, donde S. dice que conoce un sitio que se come bien. Está cerrado así que entramos a un Di María. Es caro pero siempre he sido feliz allí en la decena de veces que he comido o cenado. El servicio es excelente. Te reciben con un cava rosado y un puré de calabaza riquísimo. Carne deliciosa con patatas; una ensalada contundente a base de lechugas, quesos y nueces, y un postre para compartir: milhojas de dulce de leche. De regalo, sorbete de limón y una crema de yogur con jarabe de mango. Es caro pero, ¿Cuánto vale la felicidad?
  Caminamos hacia Ópera contentos. Comer bien es uno de los placeres que más perduran en la vida. La alegran como pocas cosas. Estamos deseando llegar a casa porque hacer turismo cansa mucho. Tenemos la cara roja por el sol, poco acostumbrada a los rayos tan potentes.
  En casa hojeo los libros que he comprado. Tengo que aguantar el deseo de comenzar el de Uriarte pero hay que ser disciplinado también en esto. Mañana o pasado acabaré Una Novela Rusa de Carrére. Como todas las suyas, me está gustando mucho así que el esfuerzo se hace más llevadero. El presupuesto, entre las compras y la comida, se ha disparado un poco pero me consuelo en que no vamos a salir en estos días que vienen de descanso. Buen tiempo, ejercicio y lectura por delante, ¿Qué mejor cosa?
  Un gran día para recordar.
 

domingo, 29 de marzo de 2015

ELLAS SOLAS. VIRGINIA NICHOLSON.





  El libro de Virginia Nicholson estudia las repercusiones que sufrieron las mujeres ante la falta de hombres después de la Segunda Guerra Mundial.  El número de desaparecidos en dicha conflagración no tiene precedentes en la historia. Cientos de miles en cada uno de los países de Europa enfrascados en la guerra. El libro dispone de siete capítulos pero vienen a hablar de lo mismo: cómo encarar la vida cuando estadísticamente sabes que es muy difícil encontrar un compañero.
  La escritora es sobrina nieta de Virginia Wolf. Ha tardado años en recoger los cientos de vivencias e historias en torno a estas valerosas mujeres. El libro está subvencionado por el Instituto de la Mujer (Ministerio de Igualdad) del gobierno de Zapatero. Y ahí es donde encuentro un tono de reivindicación feminista que no termina de convencerme. Uno de los mensajes del ensayo es que a las mujeres de su época, y por consiguiente a las del futuro, dentro de sus desgracias, les vino bien el tener que valerse por sí mismas. Debieron ocupar el trabajo y el inmenso vacío que dejaron miles de hombres jóvenes y valiosos. Y muchas destacaron como emprendedoras incansables o como viajeras intrépidas, médicos, escritoras, empresarias o maestras.
  La autora confiesa en las primeras líneas que encontró un marido pasados los treinta y que está felizmente casada y con hijos; como disculpándose. Hoy en día, casarse o no es una opción personal determinada por infinidad de factores. La autora parece reflexionar de modo que a aquellas víctimas inocentes les vino bien soltar el lastre de los maridos. Ser un ama de casa, repite en muchos párrafos, era un drama lleno de aburrimiento, en general. Ser soltera, buscarte las habichuelas, vivir una vida independiente, era una buena cosa llena de aventuras.
  Mi parecer es que los hombres y las mujeres están condenados a entenderse, aunque en los últimos tiempos crezca el número de personas que decidan vivir una vida en soledad.
  No obstante son muy interesantes las historias de mujeres que fueron pioneras en diferentes áreas. Especialmente Beatrice Gordon Holmes cuya biografía In Love with Life (Enamorada de la vida), no me importaría leer. Ella fue una de las primeras mujeres dedicada a los negocios: despierta, inmejorable anfitriona, cuidadosa con todo el organigrama de su empresa, “El tesón y la confianza en sí misma eran sus aliados, y su falta de interés por el matrimonio o la maternidad le despejaron la senda hacia la meta”.  A esto me refería cuando la autora vinculaba éxito con soltería. Afortunadamente estas cosas las vamos superando poco a poco.
  El libro lo compré en un Vip,s por 4.95 euros. Una semana más tarde lo vi en la Casa del Libro por su precio normal: 22.50. ¿Alguien entiende algo?

domingo, 22 de marzo de 2015

FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA. CRÓNICA SENTIMENTAL EN ROJO.





  He sentido de alguna manera la muerte de este escritor de novela negra; quizá porque me gusta mucho todo lo que escribe su hijo Enric González. “Un maravilloso padre que nos enseñó a reír en las dificultades”. Y a pesar de tener su novela, Premio Planeta del 84, -año mítico-, no había leído nada suyo. Ahora, como homenaje, he querido remediarlo.

  Tiene una manera peculiar de escribir este hombre. Una forma clara y ordenada de exponer los hechos y los personajes. Cosa que es de agradecer en la novela negra. Muchas veces uno pierde el sentido de los hechos y se va despegando poco a poco. El inspector Méndez es un tipo pasado de rosca, algo machista y muy leído. Su apartamento está forrado de libros y en su bolsillo siempre porta alguno. Piensa y expone reflexiones para explicar el mundo y la vida, y el lector comprende que asiste a la representación de un tipo con sabiduría y experiencia. 

  No hago más que leer novelas y  sin embargo es de las cosas que menos me gusta leer. Me es difícil dejarme engañar por la trama. Casi siempre me digo: no me importa quién haya matado a la mujer del pecho cortado. Me da igual que el principal sospechoso sea el que quiera mostrarnos, como tal, el autor. Pero éste, González Ledesma, es muy hábil a la hora de tejer las escenas para que el lector se vaya interesando. Al final, en esta mañana de domingo gris y desagradable de una primavera recién estrenada, me ha dejado atrapado y no he podido moverme de la cama hasta haberla terminado. 

  Frases que he remarcado:

 “La policía no cree en casualidades angélicas, aunque uno recuerde que el banquero Juan March se mató chocando en una carretera solitaria con el automóvil del presidente de Iberduero, o sea que se envistieron dos de los hombres más ricos de España”. 

“-Demasiados problemas. A veces no vale la pena ser rico. –Dijo Marta con voz opaca.
-Sí que vale la pena. Lo que ocurre es que el oficio del dinero es eso: Tiene complejidades y da preocupaciones. La gente cree que es sencillo, y se equivoca: no lo puede creer cualquiera. Ahora ya se empiezan a crear escuelas del dinero: cursos Master y toda esa coña- Pero oye lo que te digo: el dinero es instinto, lo tienes o no lo tienes. Y luego es técnica: lo dominas o no lo dominas. El que piense que por tener dinero lo tiene todo, va dado nena. Debe aprender a sufrir por él”.  

lunes, 16 de marzo de 2015

RAMON FOLCH CAMARASA. LA VISITA.





 Debo confesar que no tengo ni idea de cómo ha aparecido este libro en mi casa. Es del Círculo de Lectores y está editado en el año 65. Cuando decidí leerlo (estaba en la balda de pendientes desde hace años) pensé que quizá era en esos momentos la única persona en el mundo leyendo este libro. El autor es un traductor al catalán que tuvo alguna repercusión en los años cincuenta y sesenta como novelista y autor de teatro, ganando diversos premios.
  Trata, como dice el título, de una visita inesperada de un antiguo amigo. El anfitrión es claramente el mismo autor: un traductor agobiado por las prisas, por la economía y por una familia numerosa y follonera. Y el visitante es un notario apocado y aburrido con falta de amor y de mujer. Si el autor ha pretendido mostrar el fastidio y la inoportunidad de la visita, lo ha conseguido. El lector asiste, aburrido también, al encuentro de ambos “aburguesados” donde se cuentan cosas del pasado, no demasiado divertidas a decir verdad. “Yo estuve enamorado de tu novia”, etc. Se nota, por la época en que está escrita, el peso de la religión y de la iglesia en la moral de la gente:

 “…el problema se había planteado de nuevo para mí, en términos nuevos, desde la muerte de Mercedes. Porque estando Mercedes con vida, el orden, el control, tenían un sentido, más acá de la moral religiosa, y los impulsos, por lo menos, una dirección, una meta, de modo que se investían por este solo hecho con una dignidad propia de hombre. En tanto que muerta ella, yo me hallaba al albur de todos los vientos, y los impulsos perdían en mí su dignidad humana y se reducían a mero instinto biológico, y sólo me aguantaban los restos quebradizos de la religión y una prolongada y profunda tradición de pudos, y, cada vez menos intensamente, el recuerdo siempre absurdo, de una mujer, de una muchacha muerta”. 

  Así que, una vez leído, a su lugar en sombra de los amontonados sin importancia. Aunque, qué vainas, de todo se aprende.

miércoles, 11 de marzo de 2015

EL LARGO ADIÓS. RAYMOND CHANDLER.






  No tiene mucho que ver pero durante toda la lectura de esta cumbre de la novela negra (el Everest de la novela negra, para seguir con la moda última de comparar lo sublime con la montaña más alta del planeta), no he podido dejar de imaginar los rostros de los protagonistas con los protagonistas de la película L.A. Confidencial: Russell Crowe, Kim Basinger, Kevin Spacey (cómo me hubiera gustado tener la expresión de este hombre, la expresión de profundo cinismo).
  La novela se lee muy bien a pesar del número de páginas. A cada paso uno encuentra graciosas comparaciones y salidas asombrosas: “Carne tiene tanto encanto como los calzoncillos de un minero”.
  La trama está bien, tiene intriga y uno se dice pocas veces a sí mismo: “me importa un pito lo que le haya pasado a ese”, y es que el cine, la literatura es a condición de dejarte engañar.
  También me ha gustado porque toca temas dentro de la trama, como por ejemplo, el esfuerzo que se requiere para escribir. Un personaje dice que le cuesta poco escribir después de una borrachera; si sale todo fluido será bueno lo que salga de ahí; y el otro le responde: “Depende, tal vez, de quién sea el escritor. A Flaubert no le resultaba nada fácil escribir, pero lo que producía era bueno”.
  También tiene párrafos para enmarcar como cuando critica la democracia. De rabiosa actualidad: “Vivimos en lo que se llama una democracia, el gobierno de la mayoría. Un espléndido ideal si fuese posible hacer que funcionara. El pueblo elige, pero la maquinaria del partido nomina, y las maquinarias del partido, para ser eficaces, necesitan mucho dinero. Alguien se lo tiene que dar, y ese alguien, ya sea individuo, grupo financiero, sindicato o cualquier otra cosa espera cierta consideración a cambio”. Parece sacado de la página del periódico de esta mañana. No me resisto a dejar aquí constancia del párrafo completo.

 
  El final se me hizo algo previsible pero en general me ha gustado.