lunes, 16 de marzo de 2015

RAMON FOLCH CAMARASA. LA VISITA.





 Debo confesar que no tengo ni idea de cómo ha aparecido este libro en mi casa. Es del Círculo de Lectores y está editado en el año 65. Cuando decidí leerlo (estaba en la balda de pendientes desde hace años) pensé que quizá era en esos momentos la única persona en el mundo leyendo este libro. El autor es un traductor al catalán que tuvo alguna repercusión en los años cincuenta y sesenta como novelista y autor de teatro, ganando diversos premios.
  Trata, como dice el título, de una visita inesperada de un antiguo amigo. El anfitrión es claramente el mismo autor: un traductor agobiado por las prisas, por la economía y por una familia numerosa y follonera. Y el visitante es un notario apocado y aburrido con falta de amor y de mujer. Si el autor ha pretendido mostrar el fastidio y la inoportunidad de la visita, lo ha conseguido. El lector asiste, aburrido también, al encuentro de ambos “aburguesados” donde se cuentan cosas del pasado, no demasiado divertidas a decir verdad. “Yo estuve enamorado de tu novia”, etc. Se nota, por la época en que está escrita, el peso de la religión y de la iglesia en la moral de la gente:

 “…el problema se había planteado de nuevo para mí, en términos nuevos, desde la muerte de Mercedes. Porque estando Mercedes con vida, el orden, el control, tenían un sentido, más acá de la moral religiosa, y los impulsos, por lo menos, una dirección, una meta, de modo que se investían por este solo hecho con una dignidad propia de hombre. En tanto que muerta ella, yo me hallaba al albur de todos los vientos, y los impulsos perdían en mí su dignidad humana y se reducían a mero instinto biológico, y sólo me aguantaban los restos quebradizos de la religión y una prolongada y profunda tradición de pudos, y, cada vez menos intensamente, el recuerdo siempre absurdo, de una mujer, de una muchacha muerta”. 

  Así que, una vez leído, a su lugar en sombra de los amontonados sin importancia. Aunque, qué vainas, de todo se aprende.

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