Los libros de Joseph Roth se pueden leer en unos pocos días a no ser que hablemos de su obra más conocida: La Marcha Radetzky. Me gusta su forma de escribir.
La historia del teniente Tunda podría ser la de cualquiera de los miles de soldades que tuvieron que vivir aquellos tiempos. Como él. “El teniente del ejército austriaco Franz Tunda cayó en poder de los rusos en agosto del año 1916, fue enviado a un campo de prisioneros de guerra algunas verstas al noroeste de Irkutsk, y consiguió huir con ayuda de un polaco siberiano”. Ahí, como los buenos comienzos, está condesado el espíritu de la novela.
Contiene reflexiones que te dejan temblando: hablando de la Internacional: “Hay momentos en la vida de los pueblos, de las clases, de los hombres, momentos en los que la vulgaridad de un himno pierde importancia frente a la solemnidad con la que se canta”.
“Lo que importa a la mayoría de las autoridades no es tanto que se cumplan las reglas como que se les guarde respeto”.
En fin, un par de días muy agradables leyendo las vicisitudes y aventuras del teniente Tunda. Fuga Sin Fin. Qué mala suerte la de los grandes hombres que han de vivir su vida en medio de grandes cataclismos humanos.
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