Ya empiezan a caer los libros que me dejó llevar la sobrina de la tía fallecida de un piso de Madrid. El criterio fue sencillo: libros que por el tema o por el autor me interesaran. Así considero a Pla uno de mis escritores preferidos. Sus frases sentenciosas, su racanismo estilístico aunque sí efectivo me deslumbraron desde que leí allá por el 94 ¡treinta años ya! su Cuaderno Gris.
Esta es una edición en tapa dura de Alfaguara del año 97, tan nuevo que parece recién salido de la imprenta. Hasta dudo que haya sido leído. Muchos de los que atestaban las baldas de aquella casa vetusta aún conservaban el forro de plástico. Como les pasa a tantos, más se compra que logra leerse. Ahora mismo atesoro seguramente lectura para tres años y aun así sigo comprando.
Advierte en la contraportada que esta es una biografía personal “busca a la persona”. Badosa ha dedicado gran parte de sus estudios a escudriñar en la vida y obra del ampurdanés. Y se nota. Sólo los profesores con pasión pueden enseñar con pasión. Y ella lo ha sido, profesora. Seguro que ha dejado huella en sus alumnos.
Como todos los mortales Pla fue alternando su visión del mundo y de la política. Así logramos hacer compatible haber trabajado para los sublevados y hacerlo después para los aliados. En su juventud: Pla firmó el manifiesto de la convocatoria de la Conferencia Nacional Catalana. La finalidad del movimiento era, básicamente, la recuperación por parte de los catalanes del derecho a regirse libremente”. Luego se le fue pasando.
Un pincelazo de su carácter podría ser este: “Este carácter estaba compuesto por una serie de cualidades de la rama Casadevall (su madre) que combinaban la actividad frenética, la simpatía y el humor con periodos depresivos cuando su extremada lucidez les hacía sentir el dolor de la vida. Entonces tendían a replegarse, a ver tan sólo el lado negro de las cosas. Enfermaban por una mezcla de hipocondría, desgana y tendencia real a la artrosis”.
Ahora Pla nos parece un intelectual de la alta cultura catalana y española. No siempre fue así: “Cuando Halfdan Enberg supo las intenciones de su hija de casarse con Josep Pla le escribió una carta diciendo que no quería que se casara con un limpiabotas”. Al final todo se malogró por unos motivos o por otros. Está claro que Pla no había nacido para llevar vida de casados: “lo que se llama amor no es más que una idealización poco afortunada de una de las obligaciones más implacables y oscuras de la especie humana”.
Frase del libro atribuida a Carles Sentís: “le recordó que los rojos mataban gente, confiscaban casas y negocios, y que su padre y la casa donde ella había nacido podían ser víctimas de los republicanos si ganaban la guerra”. Para que luego digan que no había gente que pensaba lo que hoy día piensa la mayoría de la gente que tiene dos dedos de frente.
“Pla quería dejar claro el exceso de verbalismo de los republicanos y su incapacidad para resolver los problemas básicos de la política y del orden público. Esta incompetencia de la izquierda para el gobierno le hacía valorar muy positivamente el Alzamiento y darle la consideración de legal”. Como vemos la historia está hecha de complejidades infinitas. Ah! Ahora sería tachado también de machista y antifeminista. En cualquier caso es uno de mis escritores preferidos.
“Pla había comentado en un artículo que el escritor tenía que estar dispuesto a perder la existencia por escribir”. Desde luego que él la perdió. Acabó como un viejo solitario. Como casi todos los de su generación visitó burdeles casi toda su vida.
Escribió una obra completa llena de volúmenes. Artículos, reportajes, y aún tuvo tiempo a los sesenta y nueve años a decir: “¡Cómo ha pasado la vida! ¿Qué he hecho? No he hecho nada. Inanidad completa”. Qué tendríamos que decir la mayoría, la humanidad al completo!
Me siento a veces muy identificado con Pla. Hasta quizá en lo huraño. Aún recuerdo mi parálisis ante la disyuntiva de tener que visitar a una compañera al hospital moribunda de cáncer. Lo llevaré clavado toda la vida. Él debió sentir algo parecido: “Los enfermos me dejan frigorificado”.
Miro a mi izquierda y siento una gran felicidad. Veo que tengo dos libros de él pendientes: Lo infinitamente pequeño, tomito para leer en un par de días, y La república española, un tochón de 1800 páginas que puede durar un trimestre. Veremos. Siempre hay que volver a Pla.
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