Esta novela de Saramago es una protesta detallada sobre la desaparición
de los trabajos artesanos. Trata de un alfarero que junto con su hija hacen
cerámica de calidad y después la venden en un gran centro comercial. En éste
trabaja su nuero como vigilante de seguridad.
De la contraportada “Una familia de alfareros comprende que ha dejado de
serle necesaria al mundo. Como una serpiente que muda de piel para poder crecer
en otra que más adelante también se volverá pequeña, el centro comercial dice a
la alfarería: Muere, ya no necesito de ti”.
Y entonces he pensado que en esta sociedad que nos toca vivir hay muchas
profesiones, muchos conocimientos, muchas ¡personas! que ya no son útiles a la
sociedad. O dicho de otra manera: da la impresión que sobra gente. O más cruel:
las personas son en infinidad de casos un estorbo del gobierno, un ente que
cuesta dinero y subvención al estado, un ser improductivo que cuesta mucha
energía mantener viva. ¿No serán las guerras una suelta de lastre de una gran masa humana
acumulada?
La novela tiene casi cuatrocientas páginas y creo que, aun entendiendo
que es una buena idea bien llevada, le sobran la mitad. Hubiera sido un buen
cuento. Hay muchas escenas repetitivas y prescindibles. Y además. ¿No es eso el
mercado? ¿La ley de la oferta y la demanda? ¿No le pasa eso hoy en día a
infinidad de personas? ¿Incluso a reputados expertos informáticos o periodistas
o médicos? ¿Qué pasa si algo deja de venderse?
Capeemos el temporal y recemos porque de pronto no se necesiten soldados
para ir a ajustar las cuentas.
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