viernes, 5 de diciembre de 2014

LA CAVERNA. JOSÉ SARAMAGO.





  Esta novela de Saramago es una protesta detallada sobre la desaparición de los trabajos artesanos. Trata de un alfarero que junto con su hija hacen cerámica de calidad y después la venden en un gran centro comercial. En éste trabaja su nuero como vigilante de seguridad.
  De la contraportada “Una familia de alfareros comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo. Como una serpiente que muda de piel para poder crecer en otra que más adelante también se volverá pequeña, el centro comercial dice a la alfarería: Muere, ya no necesito de ti”.
  Y entonces he pensado que en esta sociedad que nos toca vivir hay muchas profesiones, muchos conocimientos, muchas ¡personas! que ya no son útiles a la sociedad. O dicho de otra manera: da la impresión que sobra gente. O más cruel: las personas son en infinidad de casos un estorbo del gobierno, un ente que cuesta dinero y subvención al estado, un ser improductivo que cuesta mucha energía mantener viva. ¿No serán las guerras una  suelta de lastre de una gran masa humana acumulada?
  La novela tiene casi cuatrocientas páginas y creo que, aun entendiendo que es una buena idea bien llevada, le sobran la mitad. Hubiera sido un buen cuento. Hay muchas escenas repetitivas y prescindibles. Y además. ¿No es eso el mercado? ¿La ley de la oferta y la demanda? ¿No le pasa eso hoy en día a infinidad de personas? ¿Incluso a reputados expertos informáticos o periodistas o médicos? ¿Qué pasa si algo deja de venderse?
  Capeemos el temporal y recemos porque de pronto no se necesiten soldados para ir a ajustar las cuentas.

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