jueves, 1 de diciembre de 2022

DESDE DENTRO. MARTIN AMIS.

    He leído mucho de este escritor británico desde su Dinero, hace ya más de treinta y cinco años. Siempre lo he leído con agrado, tanto sus novelas como sus libros autobiógrafos. A este le di más cancha por parecerme a priori que se sería un Experiencia 2. Me equivoqué. Escuchando la Cultureta, ese programa de radio que tanto me gusta de Rubén Amón, hablaron de este libro y de los que se hablaba dentro de éste.

  Y entonces lo tecleé en wallapop y vi que un joven lo vendía muy cerca de mi casa. Quedamos y apareció su madre, poco más o menos de mi edad. Me dijo que su hijo leía con interés todo tipo de libros y que tenía más. No me interesó nada más que éste. Luego él, su hijo, me envió más mensajes diciéndome que había sido el mejor libro leído durante este año. Es muy bueno. Uno disfruta de las cosas que se cuentan y de cómo las cuenta.

  El eje principal sobre el que pivota son los escritores, amigos o conocidos, familiares, Cristopher Hitchens, Saul Below, Nabokov, Philip Larkin y algunos etcéteras incluido su propio padre Kingsley.

  También es un pequeño manual sobre cómo se debe escribir, qué cosas hay que tener en cuenta, qué cosas evitar, a quién intentar imitar. Para ello él va mezclándolo todo como si fuera un buen combinado en el que al final el resultado es una bebida refrescante y de colores sutiles. También de la deriva un poco enfermiza que trajo la modernidad en la literatura en la que la estructura dejó de tener importancia.

  Según Anthony Burgess hay dos tipos de escritores: A y B. A os del A les interesaba la narración, los personajes, la motivación, la penetración psicológica, mientras que a los novelistas B les interesa sobre todo el lenguaje y la interrelación con las palabras. “Surgían de pronto por todas partes, componiendo novelas tan faltas de estructura como sopas de letras, y tan caprichosas como una esquizofrenia”.

  “Tal vez un día nos gustaron las novelas difíciles. Pero ya no nos gustan. Las novelas difíciles están muertas”. Estoy absolutamente de acuerdo.

  He subrayado bastante porque habla de cosas fundamentales en la vida: el paso del tiempo, la amistad, el amor, la felicidad (La felicidad se escribe con tinta blanca en papel en blanco) los hijos, el desamor, el miedo, la muerte, cómo literaturizar todo eso. El sexo y cómo se siente al paso de los años: “El sexo siempre defrauda y a menudo es repulsivo, es como pedirle a otra persona que te suene la nariz”.

  Y habla de ¡cosas tan modernas! “Ya lo dijo Tocqueville que el humor se iría eliminando por pura transformación genética. Cualquier chiste siempre acaba ofendiendo a alguien. Creía que se llegaría a un punto en el que nadie se atrevería a abrir la boca”.

  “El sexo es demasiado bueno para compartirlo con nadie” decía Larkin medio en broma.

  El lugar que ocupa Dios en la muerte: “A Dios la muerte no le impresiona… Dios jamás se aflije”.

  Sobre la muerte, insiste, recuerda una frase de una conversación “en cuanto dejas atrás el morir, ¿qué hay de malo en estar muerto?” que se parece tanto a aquella otra de Juan Ramón Jiménez que decía que lo peor de la muerte es la primera noche, que luega se acostumbra uno.

  Amis acompaña como un compañero atento a sus amigos en las últimas bocanadas de vida.  Un día Hitchens, harto de todas las perrerías dijo: “Basta ya. Se acabaron los tratamientos. Quiero morir”.

  La nieve ama a los muy jóvenes

  La nieve odia a los viejos.

  Muchas veces se ha dicho que tal libro no ha sido leído en el tiempo correcto. Mucho antes o después de lo debido. Con este libro me da la sensación de haberlo leído justo en el momento oportuno. Justo en la mitad de mis sesenta años. Amis fue durante años el joven novelista británico hijo del novelista del alcohol y el humor. Hoy Martin Amis es ya un maduro escritor por sí mismo: qué tan difícil de conseguir.

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