El anterior lector ha rebajado la furia de subrayar y apenas ha emborronado unas pocas páginas. “¿Quién es ese Sahagún?”, dice. Se refiere a quien recibió dos votos, uno de Fernando Abril y el otro de él mismo. Es verdad que comparado con Suárez o González la historia del presidente Leopoldo es más corta pero no menos importante. Hay que recordar que en esa época han de establecerse leyes que ahora nos parecen emanadas del aire o de la tierra. La ley del aborto, ley del aborto, etc. Los desarrollos de los estatutos de las Autonomías.
Cuenta cosas que recuerdan épocas funestas como cuando los reyes de España son abucheados en unos actos de la junta de Guernica por miembros de Heri Batasuna: “Frente a quienes practican la intolerancia, etc”. ETA arrecia en sus ataques y el descontento militar es evidente. Y llega el 23F. El rey interviene y el golpe fracasa. Luego, a políticos reunidos al día siguiente les espeta el rey: “señores políticos, no me vuelvan a poner en el trance que me han puesto durante dos días”.
Cuando al fin forma gobierno da una lista de su puño y letra a la secretaría que sale con una errata: falta el nombre de Fernández Ordoñez. En siete meses esa errata dejaría de ser porque se fue del gobierno.
En el relevo Suárez le dejó el marrón al irse de vacaciones sin estar asequible para nadie. Leopoldo lo pasó mal porque sintió el peso del poder y de la soledad.
El rey les dijo a los miembros del gobierno: “Sed apasionadamente fríos”. Buen consejo.
Por esa época (yo no lo sabía) ocurrió algo que ahora parecería más o menos normal: La Unión Soviética entrega al gobierno español un memorándum sobre las negativas consecuencias que la entrada de España en la OTAN tendría para las relaciones entre ambos países. Ya apuntaba maneras.
El librito, como una entrevista de revista ilustrada se lee en apenas un día. Lástima que falta el de Aznar.
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