Leo las primeras entradas de los Diarios de Chirbes. Es descarnado, crudo. Cuenta escenas del infierno de Dante en el corazón del Retiro. Hombres más que adultos contemplando a otros hombres dándose placer en público, como monos en un zoológico, como perros callejeros. Hace unos pocos años, para acortar (iba a la fiera del libro) me metí por aquellos laberintos de setos, parterres y árboles, y vi todo aquello como en una pesadilla. Un hombre parecía que orinaba en un árbol pero había otro agachado a la altura de su pelvis. Un tipo, mucho mayor que yo, se me quedó mirando con curiosidad, como se mira a un tipo infrecuente, novedoso. Yo aceleré el paso asustado, no me gusta, pero sí leerlo en un escritor observador a quien también repugna todo eso pero a la vez se siente atraído sin poder apartarse.
Recuerda una frase de Gerard Brenan: “El mejor momento es la hora del desayuno. Después de eso el día no hace más que deteriorarse e ir a peor”.
Genial Chirbes en una anotación del 85 previo a una escena de sexo brutal; parece escrita esta mañana para denunciar o señalar la actualidad: “Paradójicamente, en el sexo no da el que da, sino el que se abre para recibir. Las apariencias engañan y, como diría una feminista, el falo coloniza”. ¿No es acojonante? Y añade: “Sería absurdo hablar de la generosidad de un colonizador”.
Frase final de la última entrada del año 87 de los Diarios de Chirbes: “Me digo: busco una historia. Y al rato: no, lo que busco no es una historia, sino un tono; aunque en realidad, lo que busco es cómo tapar el ruido que hace la rata del miedo cuando me corre por dentro”.
Aún no había publicado Mimoun, su primera novela, presentada a Herralde por Marín Gaite.
He anotado en mi agenda de frases, una de los Diarios de Chirbes sobre la anotación de frases, como esa mano de Escher que pinta una mano; “Me imagino frases que acabarán formando parte de alguna novela –las menos-, pero en general los cuadernos me sirven, sobre todo, para anotar citas que extraigo de los libros que leo. El pudor, y sobre todo las prisas con las que me acerco a ellos, han dejado poco espacio para la expresión de sentimientos, para la narración de experiencias personales. En cualquier caso, siempre me produce un placer casi infantil ir llenando con mi letra hojas de cuaderno, aunque sea con palabras robadas a otros”.
Es también un libro Arca o nodriza como nombro a los libros que incitan a otras lecturas: “He escrito sobre el extraordinario libro de Michelet que lleva precisamente el título Le mer. Algunas de sus páginas están entre las más hermosas que he leído nunca. Esa retórica opulenta como un fruto tropical, ella misa fruta madura del romanticismo”. ¿No dan ganas de salir corriendo a buscar ese libro?
Me siento identificado cuando habla de las ratas: “se me ha transmitido casi como genética familiar”. “Al margen de que sea un animal repugnante, por qué tiene esa fuerza aterradora, paralizante”.
Magnífica observación sobre la cocina y la literatura. No obstante fue durante un tiempo crítico culinario: “La fama, en la cocina, como en casi todo lo demás, es, en buena parte, ruido mediático, fruto de buenas relaciones aquí y allá. El tamtam y los que hacen sonar los tambores. No sería bueno creerse que en literatura no ocurre más o menos lo mismo”.
“Escribir es la indagación para nombrar lo que no puede nombrarse, un intento, un acercamiento hacia lo que aún no ha sido dicho”.
En El Periódico resaltan que Chirbes necesitaba el marxismo para escribir. Frase fuera de contexto: otra: “La gente se cree progresista porque vota a PSOE,... la clase media franquista que tanto odiábamos, ahora se ha refugiado en el socialismo; los franquistas furiosos han empezado a aparecerse con el halo romántico de quien mira la vida a contrapelo, esa mirada sesgada, la posición hirsuta, los correajes y las pistolas, los socialistas son más de colegio de monjas. Pero no te fíes”.
Hablando de Vargas Llosa y Los Miserables: “precisamente por esa capacidad de la gran literatura para sembrar deseos en apariencia inalcanzables, las dictaduras de cualquier signo desconfían de ella. No por su capacidad de crear entusiasmo, sino incertidumbres”.
“Para Benjamin, la escritura debe nutrirse de las citas de otros. Hanna Arendt lo llamó pescador de perlas”.
Otro momento Escher: “En lugar de quejarme continuamente de que me olvido de los libros que leo en el momento en que los cierro, tomar notas, apuntar”.
“Ya sé que hoy en día es más importante el altavoz a través del que se dicen las cosas que las cosas que se dicen”. Y así estamos.
Hay cosas con las que no estoy de acuerdo en absoluto: “En general la novela de aventuras a la española ha sido infumable para los literatos: hablamos de la Forja de un rebelde, de Imán, de El blocao, o hasta del Laberinto mágico de Max Aub”. Ni de coña. Que hable por él, aunque, claro, yo no sea un literato.
Compraré el siguiente volumen, algo me dice, viendo cómo desapareció de las librerías la primera edición (esta es la segunda) que en España se leen cada vez más diarios.
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