Un viaje relámpago a Córdoba. Septiembre, buen tiempo, terrazas llenas de gente, animación, la cercanía del río y entre las luces de los bares un escaparate lleno de libros. Me adentro y veo montañas de libros y al fondo el encargado, grandón, de cabeza grande y cabellos blancos. Tiene muchos libros pero la gran mayoría nada valiosos o interesantes. Hablo con él un rato. Sobre libros, sobre su profesión, ahora bibliotecario jubilado en no sé qué ministerio. Pregunto si tiene algo de Trapiello y no, dice que no es fácil tener libros de él, que las tiradas son cortas y apenas hay. Sigo buscando y encuentro este de Papini, del que no había leído nada hasta entonces, quitando lo que había leído en el libro de De Prada y en que era un autor ensalzado por Borges y que pasó de ser un ateo a ser un ferviente católico hacia el final de su vida.
El Libro negro es la continuación de Gog. Gog es el personaje que le envía, en la ficción las cartas. Gog es un norteamericano inmensamente rico que se reúne con muchos personajes y visita infinidad de países. Son pequeños relatos-ensayos-diarios sobre muy diversos temas. Del tamaño de un folio aproximadamente. He disfrutado muchísimo. Al principio cuesta creer que lo que cuenta no sea verdad. Papini dice en el “prólogo” de mentirijillas que esta selección es más sabrosa e importante que la primera.
Me ha encantado.
Consta de más de sesenta entradas. Generalmente son narrados por personajes famosos, importantes o extravagantes: Haxley, un monje de un monasterio, un poeta, Picasso, Unamuno, Dalí... Los temas van desde el avance de la ciencia, el futuro del hombre en la tierra, la evolución del poder chino, buenísimo; el más allá, la literatura, el poder en evolución de las armas, etc. Contiene micro ensayos que resultan fascinantes y seductores. Tipo: “El hombre no es puro más que al comienzo y al fin de la vida; en la edad mediana, la más prolongada, todo es tinieblas y corrupción”.
Ni que decir tiene que ya tengo reservado ese Gog y su autobiografía Un Hombre acabado, al parecer bastante triste.
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