viernes, 31 de diciembre de 2021

LAWRENCE OSBORNE. BEBER O NO BEBER.

  Última lectura del año; lectura muy apropiada. Lo compré no hace mucho en la librería de uno de los hermanos Trueba, La Buena Vida, en una de estas mañanas madrileñas de primavera incrustada en el invierno, acompañado durante toda la mañana por una visita relámpago de mi hija mayor. Que no se me olvide recordar las deliciosas alcachofas del Pimeinto Verde.

  Este año ha sido ciertamente un año Osborne. Estupendos sus libros de viaje que seguiré frecuentando los años que el buen hombre siga publicando, en caso de que pueda seguir, cosa que deseo ardientemente, y no sucumba bajo los efectos del alcohol.

 “Cada sociedad libra su propia batalla contra el placer”.

“La bebida funciona como cuña de libertad en una tierra acosada por religiosos vestidos de negro”.

  Hay expresiones con las que me río: “Eran afables, sensibles y llevaban sandalias –es decir, todo lo que odio-“.

  “Tabet es el propietario de bar más generoso y cascarrabias de todo Beirut, y su creación es muy parecida a él: salas que se comunican como las habitaciones de una casa particular, una terraza ajardinada sin liz, rincones donde los hombres pueden fumar puros sin sufrir la desaprobación occidental. En otras palabras, un bar para adultos, no para niños gritones y moralistas. En Nueva York lo habrían clausurado tiempo atrás por esta misma razón”.

  “Si todos tuviésemos lo que nos merecemos, moriríamos de hambre”. Él se moría de hambre en Nueva York pero, contando eso a los amigos, que se moría de hambre, lograba que le pagaran las copas. “-Toma este cóctel de quince dólares y cuéntame por qué no puedes permitirte una pizza. Eso tiene que ser una buena historia –me decían”.

  A ver si pronto saca otro libro –de viajes por favor- y vuelvo a Osborne, el tipo-escritor que me hace feliz viajando sin moverme de casa.


 

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