Termino Feria. Y me quedo con esto: cuenta una anécdota en la que un ratón entra en la clase de primaria y que todos se asustan, la que más la profesora. Y piden a los alumnos hacer una redacción del asunto. Ella hace, como le pide su padre, una desde el punto de vista del pobre ratón. “Años después iría a la universidad y estudiaría periodismo durante cinco cursos sin que nadie me enseñara nunca nada más importante que lo que me enseñó mi padre en segundo de primaria: que cuando uno escribía, cuando uno miraba, había que ser siempre el ratón y que nunca había que hacerse la chulita”.
La verdad es que he sentido cierta presión a la hora de comprar y leer este libro que tanto ha dado que hablar. Tantos enganchones en el face, en el twiter, en artículos de opinión, etc. Nada mejor para una promoción que dar que hablar aunque sea mal. Lo suyo con el presidente Sánchez y aquella queja furibunda e inesperada fue el espaldarazo definitivo; unas palabras valientes donde se creó no pocos enemigos tanto de un lado como de otro, y admiradores: la desconocida que se da a conocer en bomba. Y la verdad es que ha merecido la pena. Es, como algunos pocos libros más, una estampa de un tiempo que se va disolviendo en el tiempo. También es la estampa de la familia tradicional en España. Mi hija vive ahora en Noruega y me cuenta de las diferencias abismales entre las relaciones allí de padres e hijos, y no digamos entre tíos, hermanos, etc. Esta red, nuestra red, es la que hace que no caigamos en los abismos de la angustia.
No me ha gustado sin embrago el estilo, el tono si se quiere, como el de una alumna aplicada contando las historias a modo de redacción del ratón. Hasta las ilustraciones son como los de cualquier colegiala hechas con primor en un cuaderno inmaculado. Aunque reconozco que tiene su parte de originalidad.
También me quedo con esta otra de Marx “reformulando a Hegel: “La historia siempre ocurre dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”. Eso era cuando lo dijo Hegel, o Marx, ahora que la historia se alarga diría que se repite N veces. Véase Afganistán.
Me alegro mucho por ella. Se queja de que su generación vive peor que sus padres. Ahora me acuerdo de la de mis abuelos: viviendo en chabolas en el extrarradio de las grandes urbes, humillándose por un trabajo de mierda. O, ¿lo tuvieron fácil de verdad nuestros padres? Yo creo que no, que con menos ladrillos y herramientas tuvieron que construirse casas humildes donde han sido capaces de criar jóvenes llenos de oportunidades. Sí, hasta para irse a tomar por culo, dónde está el problema.
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