domingo, 29 de agosto de 2021

PELANDO LA CEBOLLA. GÜNTER GRASS.

 

 También este libro lo  en el Rastro. En los puestos del Campillo del Mundo Nuevo. Estaba con mi mujer y no tenía mucho tiempo porque estando solo soy de los que voltean los tomos una y otra vez alerta ante un título de sorpresa, valioso para mí y sólo para mí. Vi este de Grass en Alfaguara y recordé las discusiones que engendró, hace más de una década, la publicación de sus memorias, éstas, donde admitía haber vestido el uniforme de las juventudes hitlerianas. Nada hay más adecuado para las ventas el hecho de que sea declarado un escándalo. El mundo de la literatura, del arte, está llenos de ejemplos. Lo tuve un momento entre las manos mientras me metían prisa. Era junio y el sol pegaba ya con algo de rabia. Lo ojeé y vi que había un billete de cinco euros muy bien doblado. El libro tiene una pequeña pegatina con esa cantidad: De cinco euros.  Está claro que me estaba llamando. Le pedí a mi mujer que me diera un billete por esa cantidad y le susurré que se los devolvería en un minuto. Nos separamos del puesto, una vez metido en la mochila, lo saqué cuando estábamos fuera de la vista de la vendedora y así lo hice.

  Pelando la Cebolla. El Nobel cuenta ccon esfuerzo de memoria sus recuerdos y para ello echa mano de las más o menos profundas capas de su memoria, las capas de la cebolla. Y avisa al lector cuando algo es desdibujado o turbio o confuso.

  Cuenta sus restregones contra señoritas en el tranvía abarrotado de la postguerra, con sus excitaciones incontrolables, más en verano con las ropas de telas más finas. Yo reflexionaba que hoy en día, con los parámetros actuales, pocos (escritores, filósofos, artistas, intelectuales de un antaño no tan lejano) se salvarían de ser tachados de: proxenetas, puteros, pedófilos, sátiros, machistas. También añade que algunas se reían con risas nerviosas al notar su “cercanía”. Era la postguerra. Ahora mismo Günter Grass está muerto y ha salido impune de esto de los restregones. Ya no se le podrá meter en la cárcel o ¿al paredón? o exponerlo al escarnio público. Ya es como Platón, Aristóteles y tantos otros que hace unos siglos veían normal tener como amantes a jovencitos, y a las señoras madres para poco más que parir y hacer las cosas de la casa. Y esos son, no lo olvidemos, parte de la base de nuestra cultura. Si juzgamos con nuestros ojos de ahora, con nuestra moral de ahora, no se salvará ni el tato. Pero debemos pensar que mañana vendrán otros tipos y nos juzgarán a nosotros y habrá alguno/a que diga: ¡cómo podían permitir eso en los años veinte en occidente!

  Günter Grass fue herido en la guerra y le quedó como recuerdo un trozo de metralla en el hombro. Tenía diecisiete años y espíritu de artista. Quería ser escultor, pintor, dibujante y al final le dieron el Nobel por escribir novelas ambientadas en su vida. En esta se cuenta, además de la guerra, el largo camino de ciudad en ciudad buscándose la vida. Como aprendiz, como amante, como aventurero. Fue un racimo de cosas: albañil, picapedrero, ayudante de cocina, bailarín. Pasó las tres hambres: la del alimento, el hambre de la carne femenina y el hambre del arte. Y esos recuerdos ocultos en las capas más profundas, como la violación de su madre por las tropas rusas, para salvaguardar la integridad de su hermana demasiado joven para ese drama. Los crímenes del Reich “No se sabía nada de los crímenes de guerra que luego salieron a la luz, pero la afirmación de mi ignorancia no podía disimular mi conciencia de haber estado integrado en un sistema que planificó, organizó y llevó a cabo el exterminio de millones de seres humanos. Aunque pudiera convencerme de no haber tenido una culpa activa, y que con demasiada frecuencia se llama responsabilidad compartida. Viviré con ella los años que me queden, eso es seguro”.

  Habla de sus lecturas y vuelve a salir otra vez Charles de Costery su Ulenspiegel, libro que también maravilló a Zweig.

  “...pero la escasez nos ayudó a tener un aspecto ascético. Hasta quien no tenía tendencia a ello se veía espiritualizado”. Es lo que yo intento: mantener a mi yo Sancho Panza a raya.


 

martes, 24 de agosto de 2021

FERIA. ANA IRIS SIMÓN.

    Termino Feria. Y me quedo con esto: cuenta una anécdota en la que un ratón entra en la clase de primaria y que todos se asustan, la que más la profesora. Y piden a los alumnos hacer una redacción del asunto. Ella hace, como le pide su padre, una desde el punto de vista del pobre ratón. “Años después iría a la universidad y estudiaría periodismo durante cinco cursos sin que nadie me enseñara nunca nada más importante que lo que me enseñó mi padre en segundo de primaria: que cuando uno escribía, cuando uno miraba, había que ser siempre el ratón y que nunca había que hacerse la chulita”.

  La verdad es que he sentido cierta presión a la hora de comprar y leer este libro que tanto ha dado que hablar. Tantos enganchones en el face, en el twiter, en artículos de opinión, etc. Nada mejor para una promoción que dar que hablar aunque sea mal. Lo suyo con el presidente Sánchez y aquella queja furibunda e inesperada fue el espaldarazo definitivo; unas palabras valientes donde se creó no pocos enemigos tanto de un lado como de otro, y admiradores: la desconocida que se da a conocer en bomba. Y la verdad es que ha merecido la pena. Es, como algunos pocos libros más, una estampa de un tiempo que se va disolviendo en el tiempo. También es la estampa de la familia tradicional en España. Mi hija vive ahora en Noruega y me cuenta de las diferencias abismales entre las relaciones allí de padres e hijos, y no digamos entre tíos, hermanos, etc. Esta red, nuestra red, es la que hace que no caigamos en los abismos de la angustia.

  No me ha gustado sin embrago el estilo, el tono si se quiere, como el de una alumna aplicada contando las historias a modo de redacción del ratón. Hasta las ilustraciones son como los de cualquier colegiala hechas con primor en un cuaderno inmaculado. Aunque reconozco que tiene su parte de originalidad.

  También me quedo con esta otra de Marx “reformulando a Hegel: “La historia siempre ocurre dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”. Eso era cuando lo dijo Hegel, o Marx, ahora que la historia se alarga diría que se repite N veces. Véase Afganistán.

  Me alegro mucho por ella. Se queja de que su generación vive peor que sus padres. Ahora me acuerdo de la de mis abuelos: viviendo en chabolas en el extrarradio de las grandes urbes, humillándose por un trabajo de mierda. O, ¿lo tuvieron fácil de verdad nuestros padres? Yo creo que no, que con menos ladrillos y herramientas tuvieron que construirse  casas humildes donde han sido capaces de criar jóvenes llenos de oportunidades. Sí, hasta para irse a tomar por culo, dónde está el problema.


 

domingo, 22 de agosto de 2021

YA SENTARÁS CABEZA. IGNACIO PEYRÓ.


CUANDO FUIMOS PERIODISTAS. (2006-2011).

  Seguramente sabe más de nosotros, y sobre todo de nuestros gustos, esos misteriosos algoritmos que nos proponen, hablando de libros, películas, viajes, lo que nos gusta. Ignoro cómo me interesé por Peyró. Me sonaba como un periodista catalán, o vasco, o gallego. Nunca imaginé que fuera a ser madrileño y que haya frecuentado muchos de los sitios que yo he frecuentado: centros comerciales de Pozuelo, garitos del centro, restaurantes castizos, Boadilla. El caso es que vi este libro y lo compré. Puede haber sido el subtítulo: Cuando fuimos periodistas. Invita. También puede ser que la falta de alpiste del tipo “diario”, de Trapiello o de Uriarte, etc, haya hecho que me decidiera y lo comprara por impulso, cosa rara en mí.

  Lo primero que hay que decir es que el libro está hecho en forma de diario aunque sólo fecha los años. Muchas de las entradas son aforismos, frases que, como él mismo dice, son como chisporroteos que surgen en la mente y los traspasa al cuaderno, que es el río y que van a parar al mar que es el libro. También abundan los retratos de personajes conocidos. Tiene la facilidad de dibujar con palabras la profundidad psicológica de digamos un Mario Conde, Esperanza Aguirre (magnífica, la radiografía no ella) o una compañera de redacción o su jefe. También como Trapiello o Pla, nos lleva a comer, o nos lleva a un hotel majestuoso o a tres, como dice él en un día para seguir siendo pobre. Imagino que ya no lo será, pobre, porque lo nombraron director del Cervantes en Londres. Y me alegro porque se lo merece.

  Peyró nació en el 80, cuando yo apenas dejaba la adolescencia a duras penas, en caso de que la haya dejado, como le dije en el twiter. Y me respondió muy amable, aparte para agradecerme el que me hubiera gustado, para decirme que el tiempo a todos nos alcanza. Y me acordé de la peli de Heston en la que la humanidad come galletas hechas con los cadáveres humanos.

  Estoy notando que últimamente hay una colección de periodistas no necesariamente de izquierdas que están escribiendo cada vez mejor. Vamos que le están comiendo la tostada a los que se habían adueñado del mundo cultural y progre. Y es que creo que la gente se ha cansado un poco de las tontás que han presidido tanto la política, la prensa, la literatura en los últimos años. Peyró es inteligente y escribe muy bien. Tiene 561 páginas pero se leen muy bien. Me ha sabido a poco. Espero que sigan apareciendo sus diarios de seis en seis años. Enseguida al tiempo nos alcanzará.  “Uno no se hace conservador porque su mundo sea mejor, sino por el temor a verlo arrasado”.

  “La vida del periodista es divertida, lo que me hace pensar que, cuando se cobraba, debía de ser maravillosa”. Me cuesta imaginar a gente tan válida con esas carencias. O como hoy en la prensa a Concha Velasco: “He tenido que vender una vajilla para comprar en la farmacia”. ¿Qué hace la gente con su dinero?

  “Ya que todos hemos de conocer la derrota, evitemos al menos que sean épicas”.

  El libro señala muchas de esas tontás que venimos soportando muchos demasiado tiempo. Que hemos venido a esta vida a reivindicar, a que nos den. “Es la misma complacencia quejosa del dinosaurio Hessel en ¡Indignaos! O del no menos jurásico Sampedro, la metástasis de una cultura que todavía cree que hemos venido al mundo para que alguien nos regale un traje y nos invite a comer”. Yo habría añadido, un piso, un trabajo.

  La lectura con provecho que atesora Peyró es descomunal. Frustrante. “Quien no pudiera ser casto, al menos que sea cauto”. También sabe ser sarcástico y no pocas veces me he reído de lo lindo. Desde Trapiello no reía tan de buena gana. Hablando de la infausta novela histórica: “Juro haber leído el argumento de una acerca de una reina del siglo XIV que quería conciliar la vida laboral y la familiar”.

  Sobre cómo cambia la forma de ver las cosas: “Pitt el joven fue uno de los mayores políticos que han existido sobre la faz de la tierra: hoy no le dejaríamos sacarse el carné de conducir”.

  En fin, que me ha encantado y que el próximo (en cuanto cobre) que me haga será el suyo de comer y beber. Comimos y bebimos.


 

jueves, 19 de agosto de 2021

EL TERROR, 1824. UN VOLUNTARIO REALISTA. BENITO PÉREZ GALDÓS.


 


    Ya había leído siete u ocho novelas de los Episodios. En unas ediciones baratísimas de quiosco, y, donde aún más baratas, se vendían en los VIP,s tristemente desaparecidos en cuanto a mercancía libresca. Son novelas en las que la realidad se puede palpar. Como decía Max Aub, si se quemaran todos los volúmenes de historia y se salvaran los Episodios, se habría salvado mucho.
  En una de las librerías que frecuento, en un gran centro comercial, suelen tener libros de saldo junto con los más vendidos. Y tenían estos del Club Internacional del Libro, los Episodios al completo. Dos novelas en cada tomo con unos prólogos introductorios muy didácticos, como para marcar la época histórica. Y además también está lleno de pinturas, paisajes, tipos y vestimentas sacados de la Biblioteca Nacional y archivos repartidos por toda la geografía. Cada tomo a un euro; antes 10. Éste y solo este lo elegí porque en alguna parte leí que El Terror era una obra maestra dentro de las obras maestras, y bien que me lo ha parecido. Lo he disfrutado mucho. Pero la sorpresa ha sido cuando he comenzado Un Voluntario realista. Todo el rato imaginaba una serie la mar de entretenida en Netflix o en cualquier plataforma. El nieto de un sacristán que en el aciago 1827 se queda a la vez huérfano y sin el sustento de su abuelo y debe apencar con vivir y crecer en un convento rodeado de monjas que veían al absolutista Fernando VII un maricomplejines. Y así, ¿Cómo va a salir el niño, el joven, el hombre? Pues un reaccionario de tomo y lomo. Y las aventuras y recovecos que suelen darse en estas novelas salpicadas de retazos históricos. “Miró, estuvo mirando un largo rato. ¡Cómo miraba! Creyó al principio que era alucinación; pero no: era realidad, realidad”. Así es como de vez en cuando Galdós nos recuerda que aunque sea una novela ésta está llena de vida, de realidad: “El concertado desarrollo de esta narración, que es menos novela de que creerán muchos, exige que no digamos ahora una palabra más de las buenas madres de San Salomó”.


lunes, 16 de agosto de 2021

NIETZSCHE. Humano, demasiado humano


 Una lección aprendida a bote pronto, qué se puede decir una vez sumergido durante unos días en Nietzsche: la moral es una mentira, pero una mentira necesaria. “Toda la vida humana está profundamente inmersa en la mentira; el individuo no puede sacarla de ese pozo, sin experimentar al mismo tiempo una honda aversión por su pasado”.

 

  Leyendo a Nietzsche he pensado lo difícil que es interpretar lo que leemos. De hecho el régimen nazi copió sus ideas para justificar su política criminal, y lo interpretó mal o a su manera. De esos ejemplos está lleno la historia: véase la Biblia, El Corán y tantos textos sagrados y otros no tanto. El ojo por ojo y el pondrás la otra mejilla.

  “Lejos de ser un acto heroico, la obediencia sin reservas constituye una forma de liberación del peso que suponen la reflexión, la decisión y la asunción de responsabilidades. El autodesprecio y la mortificación representan otros tantos medios de combatir el cansancio, la apatía y el tedio que a menudo genera la sumisión constante a una voluntad ajena. Como ya apuntara Novalis, la voluptuosidad, la religión y la crueldad guardan entre sí un íntimo parentesco”.

  Qué claramente ven algunos la foto de la realidad; tan clara y tan difícil de distinguir: “Lo que realmente distingue claramente a los espíritus libres de los espíritus sometidos es que los primeros quieren razones, cuando los otros sólo piden creencias”.

  Esta entrada: “Al ver las cuencas de esos barrancos donde tienen su lecho los glaciares apenas creemos posible que un día se extienda en ese mismo lugar un valle con prados y bosquecillos recorrido por arroyos. Lo mismo sucede en la historia de la humanidad. Las fuerzas más salvajes y destructivas abren primero el camino: pero su acción era necesaria para que luego estableciera ahí su morada una cultura más suave. Estas terribles energías –lo que llamamos el mal- son los ciclópeos arquitectos y pioneros de la humanidad”.

  Se puede entender porqué la filosofía está dejándose de estudiar en el colegio. Uno se coge un escrito de Platón y algunas feministas salen corriendo. O algunos beatos. Las mujeres en su tiempo estaban para procrear y atender al hogar, ellos, tan clásicos; y los hombres instruían a los efebos en las cuestiones de la vida y del eros. Pero siglos más tarde esto pensaba Nietzsche del matrimonio. Dice que nos situemos más allá de la exigencia moral y en que el hombre debería tener una serie de parejas sucesivas. “a los 22 años se casaría con una mujer madura, intelectual y moralmente superior, y capaz de ayudarle a sortear los peligros que le acechan hasta cumplir los treinta años (ambición, odio, autodesprecio, pasiones de todo tipo). Más tarde, el amor de esa mujer se convertiría totalmente en cariño materno, y no sólo toleraría, sino que exigiría, en beneficio del hombre, que se casara al llegar a los treinta con una muchacha joven de cuya educación se encargaría él directamente. De los veinte a los treinta años el matrimonio es una institución necesaria; de los treinta a los cuarenta sólo es útil; y el resto de la vida ejerce una acción perniciosa, pues fomenta el retroceso espiritual del hombre”.

  Estábamos relajados mi mujer y yo en la piscina; ella leía sus novelas de amor, y yo  leía este párrafo. Se lo leí y le recordé que estábamos en la fase perniciosa de nuestro matrimonio, que lo decía el mismísimo Nietzsche. Me dijo que yo era más tonto que Niche y él más tonto que yo; y no le extrañaba que acabara tan loco y que los nazis se adueñaran de sus raras y ¡perniciosas! Ideas. Yo la verdad es que no le veo pegas por ninguna parte.

  “El error convirtió a los animales en hombres: ¿podría la verdad volver a convertir a los hombres en animales?” Peliaguda cuestión.

  “Voltaire agradecía de todo corazón al cielo la invención del matrimonio y de la Iglesia por haber contribuido tanto a nuestra diversión”.

  Algo tantas veces pensado y visto ahora escrito en una entrada de un sabio: “Un amigo es quien comparte nuestras alegrías, no nuestras penas”.

  Y una escrita especialmente para mi padre: “Sufrimos menos decepciones si ejercitamos la imaginación en afear el pasado”.