La novela se llama Karnaval y me está
encantando, dije; terminada su lectura hace un par de días pienso lo que se
dice de tantas: le sobran páginas. En muchos momentos se va por las ramas y aún
por las cumbres de Úbeda en caso de que las tuviera. Muy bien escrita sin
embrago, con muchas reflexiones en cuanto al mundo moderno, el poder, la
política, el deseo, pero con un tema real: La detención de D. Strauss Kahn, el
que fuera una primera figura de la política francesa y director entonces del
Fondo Monetario Internacional, por haber supuestamente violado a una camarera
de hotel en N.Y.
En la novela aparece una frase de mi querido
Canetti: “Si miramos atentamente a un animal tenemos la sensación de que dentro
hay un hombre escondido y que se ríe de nosotros”. Ni siquiera a este ser vivo
que nos hace sufrir podemos mirarlo, pero tenemos paradójicamente la necesidad
de estudiarlo para vencerlo, el coronavirus; pero no le llamemos el maldito
coronavirus: él también quiere, como todos, prosperar.
Nos resistimos a pensar que lo que vivimos
durante estas semanas no es más que el terremoto que traerá luego la ola más
gigante.
El otro día, en un coloquio, decían que si
esto o lo otro en cuanto a la gestión y a la improvisación de este gobierno y
uno, al que no había más remedio que dar la razón decía: “claro que sí, todos
estamos improvisando, el gobierno, las comunidades, los ayuntamientos, las
familias, porque nunca habíamos vivido una situación así”. Y es que yo me
pregunto ¿quién está haciendo una gestión perfecta si ni siquiera nos hemos
puesto de acuerdo en la manera de contar los muertos, los ingresados en UCI y
en los infectados?
“Consideraría obsceno tener que recordarle el
parentesco entre el misterio de la eucaristía y la invención del dinero. La
presencia real en la sagrada forma y en la moneda o el billete participa de la
misma credulidad e ilusión. No es casual, en este sentido, que fueran los
protestantes y no los católicos los que impulsaran el capitalismo en sus
inicios”, etc.
“La vida es injusta, ya lo sé. La vida, en el
fondo, es un matadero atroz dirigido por un canalla sin escrúpulos”.
A pesar de sus auténticos ataques de verborrea
me ha gustado mucho. Esta novela es un auténtico ensayo de la atroz vida
moderna, delirante, como se ha dicho siempre de todos sus libros. Así es que ya
tengo pedidos más libros suyos que, para sumar, tienen menos páginas.
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