miércoles, 4 de enero de 2017

LUIS GOYTISOLO. DIARIO DE 360º.




  Las casualidades. Me gustan las casualidades cuando vienen producidas en el mundo de la literatura. Hacía pocas semanas que había escuchado una entrevista a Luis Goytisolo en la Fundación Juan March, Audios que me bajo para cuando voy a dar grandes paseos caminando o en bicicleta. Era una entrevista sobre su vida y su obra. Es un caso único en la historia de la literatura. Que tres hermanos, Juan, José Agustín y Luis, se hayan dedicado a escribir y los tres hayan llegado lejos es algo sin parangón.
  El siete de diciembre tenía libre y decidí ir a ver la exposición sobre fotografía en color de Cappa, en el Círculo de Bellas Artes. Me quedé maravillado con una imponente, de gran formato sobre unos jinetes a camello en un desierto. Pero a lo que iba, como siempre para volver a casa, decido tomar el metro en Atocha y así poder merodear por los puestos de la Cuesta Moyano. Lo que hago es subir rápido por el paseo principal y luego ir bajando para entretenerme mirando los libros. No sé porqué me gusta tanto. Es como tener la intuición de poder encontrar algo valioso, algo sobre lo que haya estado mucho tiempo esperando, algo inesperado, algo valioso sólo para mí y poco para los demás posibles compradores. A mitad de la bajada vi este libro sobre el cual no tenía noticias, ni siquiera cuando lo editaron, en el año dos mil. Un Diario de 360º. Una cosa curiosa porque tiene forma de diario pero en realidad no lo es. Aprovecha las fechas, un número y un mes (sin año) para, según los días de la semana; lunes, martes, etc, tratar un tema u otro. Los martes para las reflexiones literarias, los miércoles para la marcha del mundo, etc. Son “galletas” de apenas una página para el más extenso de los casos. Y como cada vez me gusta más la forma de diario, me hice con él.
  Apenas he hecho subrayados. Al final la lectura se convierte en un fluir en el que es grato ir cambiando de temática. Ensayo, anotación íntima, historia, reflexión filosófica; todo cabe en este magnífico libro. “Miércoles 26 de mayo. Si la creación literaria siempre ha sido cosa de pocos, la lectura de la obra literaria nunca ha sido cosa de muchos”.
  En la página 159 está la que, para mí, supone la entrada clave para entender de qué va el libro. Hace un ensayo –mínimo- para explicar las diferencias entre Diarios, Memorias y Ficciones. “Cuando un novelista empieza a escribir un relato de ficción, sabe, en teoría, cuanto hay que saber acerca de su desarrollo. Su situación será la misma al comienzo de la redacción de sus memorias, sólo que a diferencia de lo que sucede con una obra de ficción, no puede o no debe, en principio, modificar o alterar unos hechos que ya se han producido. La persona que decide llevar un diario nada sabe, en cambio, por definición, acerca de unos acontecimientos que aún están por suceder. Tal vez por ello, el diario, el falso diario, si se prefiere, es una forma de ficción de gran atractivo para el novelista, toda vez que permite jugar como ninguna con el carácter irreversible del transcurso temporal…”.
  Con la excusa de contar un tema terrible, profundo y solemne como es el paso del tiempo y la muerte utiliza una anécdota de la niñez. Cuenta que al día siguiente de enterrar a un pollito decidió llevarlo a otra parte. Describe su olor que va más allá del mal olor. “Escapar a ese proceso, al menos mientras el mundo exista, es lo que hace grande al arte y a la creación literaria: un crecimiento que, a diferencia de la vida, no se extingue, que es susceptible de seguir actuando tanto en lo que se refiere al futuro como, incluso, en lo que se refiere al pasado, rescatándolo, abriéndolo a una nueva vida”.
  Un feliz hallazgo en uno de los lugares que más me gusta de Madrid: mi última lectura de este año 2016 que acaba de despedirse.

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