Creo que
el año pasado leí tres novelas de Carrère y las tres me entusiasmaron, así que
busqué la que escribió después de escribir El adversario, para mí de las
mejores novelas leídas en los últimos años. Es tremenda; impactante,
sobrecogedora.
En principio creí que esta novela trataba
sobre una investigación sobre su abuelo materno, desaparecido en Rusia, durante
la gran guerra, sospechoso de colaborar con los alemanes. Pero no, el libro es
una historia de amor, una historia dolorosa como son todas las historias de
amor desgraciadas, a la manera de las familias desgraciadas de Tolstoi.
Todo comienza cuando el director de Le Monde
le pide un relato erótico de no sé cuantos miles de caracteres. Lo hace con la
condición de que se publique un día determinado para que su novia lo lea ese
mismo día para influir en la realidad; el poder de las palabras y la
comunicación. Pero todo sale mal: ¿Es ficción por no haber modificado la
realidad? ¿Es pura realidad? El caso es que su relación con su novia (cuenta
que había dejado a su mujer y a sus hijos) se tuerce por los celos obsesivos.
El relato erótico, que también se transcribe tal cual en el libro (y en la
realidad) es malo. Peter Sollers también empleó su espacio de crítica para
ponerlo a parir, en mi opinión, con razón. Carrère ha demostrado, si es verdad
lo que cuenta, ser un tipo con temperamento de adolescente. No obstante quizá
todos los hombres seamos así. Yo le perdono, tanta felicidad lectora me ha
procurado.
Al abuelo materno lo investiga poco al final
porque su madre le pide que no lo haga: un secreto doloroso para su familia, así
que apenas se menciona y además, no pasaría nada porque lo hubiera suprimido
del todo porque es lo menos interesante. Claire, existe, lo acabo de escuchar
en una entrevista de las que hay en youtube. Una representación de la realidad;
como una fotografía, pero en este caso me temo que demasiado poco artística. Quiso
hacer una novela más amable y al final el horror apareció como una explosión. Es su obsesión y le persigue. Seguiré leyendo
sus libros. Siempre.
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