martes, 29 de agosto de 2023

LUIS ANTONIO DE VILLENA. NUEVA YORK/BABILONIA.

   Los años de la edad maldita es el subtítulo. En este libro el poeta madrileño hace un repaso didáctico y apasionado de todos esos medio canallas o canallas enteros que vivieron en esa época dorada y a la vez oscura de la capital del mundo.

  Este libro lo compré como tantos otros en la mesa de los saldos en una de mis librerías favoritas: la Book Center del Gran Plaza. Son libros que se han librado de ser convertidos en pulpa de celulosa para ser vendidos al precio de uno, dos y hasta cinco euros. Este en concreto un euro. Y está muy bien. Poca gente está interesada por lo que pueda decir un señor mayor sobre una época que hace ya décadas dejó de ser moderna. Y sin embargo encuentro ahí verdaderos rubíes de un interés tan barato que me parece estar haciendo algo malo. Ese día me gasté ocho euros y salí con no menos de seis kilos de libros, entre ellos los mastodónticos diarios de Ignacio Carrión.

   En el libro se hablan de varios de mis mitos artísticos como Paul Bowles, Lennon, Bowie, Capote, etc. Sólo poo eso ya merece la pena. Muchos tienen en común haber sido clara o ambiguamente homosexuales.

Ginsberg es invitado a la Cuba de Fidel Castro y viene espantado: “En sus multitudinarios recitales habla de homosexualidad y denuncia la represión que él mismo ha visto. El resultado –con cierta aparente discreción- es fulminante: a Ginsberg lo echan de Cuba”.  Y sigue: “No por defender la política de EEUU, ni mucho menos, sino por defender la libertad homosexual”.

  Muchas de las cosas que se cuentan ya las sabía por las miles de entrevistas leídas, por otros libros, pero también te enteras de cosas interesantes y que no sabía. Aquí a propósito de Bowie: “En 1983, entrevistado, Bowie declaró que él era naturalmente bisexual. Sin embargo algo después, matizó con cierta ironía –pues no negaba lo que había sido- qué él era heterosexual que había estado muchos años en el armario”. También dijo, y fue, esto sí un escándalo “que Hitler fue una de las primeras estrellas de rock”.

  Otro detalle sobre la muerte de Tennessee Williams “moriría en 1982 en un hotel neoyorquino una noche y solo, cuando al parecer intenta sacar con la boca el corcho de una botella de whisky y con él se ahogó en pocos minutos”.

  Hay algo que no me termina de gustar en la forma de narrar de LAdV: que siempre está metiendo frases entre paréntesis, corchetes, etc. Siempre me ha parecido que atranca la fluidez de cualquier narración. No obstante doy por muy bien aprovechado el euro que me costó.

  En algún sitio he aprendido a estar muerto, y me parece muy bien.    

No hay comentarios: