Se han juntado dos factores para comprar y leer este libro canijo del gran Houellebecq. El primero es que he leído casi todo lo suyo. El segundo motivo es una entusiasta crítica de Alberto Olmos en la prensa. Incluso llega a decir que es uno de sus mejores libros. Enseguida aprovecho una visita al centro comercial en rebajas para comprarlo en el FNAC de las Rozas, diecisiete euros.
Comencé a leerlo un día y terminé al día siguiente sin haberme alimentado gran cosa. Algo insípido a base de sacarina líquida. Me ha parecido un libro para defenderse de haberse embarcado en una sórdida historia de un productor de cine holandés para que hiciera una peli porno con la aquiescencia de su mujer, de la mujer del escritor francés. De paso, para rellenar se habla también del tema musulmán y de su ampliación de las declaraciones vertidas sobre la delincuencia en Europa de musulmanes y el peligro que el rector de la gran mezquita se querellara contra él. Es un libro para alivio de ataques contra él. Un poco estafa. Oiga, cuente usted una historia y deje eso para la prensa o los tribunales. En fin. Se puede hablar en un libro de tribunales. De hecho lo hago ahora con Carrèrre y me está pareciendo estupendo. De paso también promociona alguno de sus libros.
“…yo corría menos riesgos en una librería de Casablanca que, por ejemplo, en una de Saint-Denis”.
“La idea que tengo del estado general de Francia también es de lo más alarmante”.
En fin que seguiré leyendo a Houellebecq, y a Alberto Olmos, pero este, como tenía el presentimiento, podría habérmelo ahorrado.
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