jueves, 11 de agosto de 2022

CHARLY WEGELIUS. GREGARIO.

 

  Le compré hace poco a un tipo un lote de cuatro libros por wallapop. Quedé con él en Madrid y caminé toda la tarde con la mochila hasta los topes. Buena mercancía, pensé, merece la pena. Y éste no he podido evitar darle prioridad. Me encanta leer cosas de ciclismo: David Millar, Ánder Izaguirre y su Plomo en los bolsillos, Alpe D´huez de Javier García Sánchez, uno de Bernard Hinoult...

  Son libros nuevos, me contó, de un amigo al que no le va muy bien en el Rastro. Ellos obtienen rebajas de algunas editoriales y los venden por debajo del precio en tiendas. Me ahorré, calculo, más de treinta euros en los cuatro.

  El libro cuenta las vicisitudes de Wegelius (la verdad es que no me sonaba el nombre) en el pelotón, en sus comienzos, en las clásicas, en las grandes por etapas.

  Fue ciclista profesional durante once años. Y cuenta el interior de ese tipo de vida. Otra cosa que tampoco me hubiera gustado ser: ciclista profesional. Y creo saber por qué. Casi siempre se pasa más mal que bien. Y encima estás de aquí para allá todo el santo día. Y solo de hotel en hotel, como un artista. O peor, acompañado por otro sufridor de la carretera. Como dice en la página 0 “La guerra es dulce para aquellos que no combaten”.

  Está editado en Contra. Tiene unas estupendas fotos en color.

  Tiene reflexiones muy interesantes así como jugosas anécdotas como aquella vez en la que un desquiciado Pantani le echó una bronca del copón porque no le dio relevos en el descenso de un puerto peligroso. O como cuando cuenta lo que pensaba al ver a un aficionado con cara de éxtasis al ver pasar el autobús de su equipo. “Me pregunté si, solo por un segundo, el desconocido sentiría el deseo de viajar en ese autobús, desprenderse de las cadenas de la vida corriente que imaginaba que soportaría. No tenía ni idea de lo que él hubiera dado por estar en mi lugar, pero sí sabía una cosa: en aquel momento yo habría dado cualquier cosa por estar en el suyo”.

  “Es muy normal ser aficionado al ciclismo y disfrutar haciendo carreras de bicicletas a modo de pasatiempo, pero ganarse la vida con ello es algo muy distinto. Ser ciclista profesional no tiene nada de normal”. Lo que decía antes. Así termina diciendo, y me recuerda el comienzo del libro de Agassi: “La verdad es que odio lo que hago”.

  “Con independencia del deporte y de la persona, terminar una carrera deportiva profesional es una especie de muerte”.

  Tiene frases en las que me he reído a carcajadas. Me recuerda en su forma de narrar a lo mejor de Chris Stewart y su Entre Limones. Me ha encantado.

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