lunes, 17 de enero de 2022

CAYETANA ALVAREZ DE TOLEDO. POLITICAMENTE INDESEABLE.


 La verdad es que no pensaba comprar este libro. Me gusta dejarlos reposar en el rincón de los deseos del cerebro comprador en el que algunos caen y otros no, como los pimientos gallegos. Pero hete tú aquí que mi cuñado, el cuñao de toda cena de Noche buena que se precie, me soltó de pronto: ¿Quieres que te regale el libro de Cayetana? Y no me lo pensé dos veces. Y no me ha defraudado. El libro tiene miga y pan. Reparte estopa a diestro y sobre todo a siniestro. Y está, cosa que siempre se agradece en un libro escrito por un político, bien escrito y sin la ayuda de este o aquel periodista. El libro es la crónica  de su destitución como portavoz parlamentaria del PP. Ella ha hecho sufrir a su partido y su partido a ella. ¿Y qué es un parlamentario más que un representante? Sí, un representante, como un actor de teatro pero con tiento y con tacto y por eso era imposible que Cayetana perdurara por mucho tiempo en su puesto. Creo que le pega más ser columnista, o comentarista político. Todavía tengo guardado el artículo-vaticinio de todo lo que iba a pasar en los últimos meses del procés. Dio en el clavo como ningún otro y lo paseé por donde iba enseñándolo a familia y conocidos. El caso es que ha escrito este libro y me ha gustado.

 “Para pensar sobre política, hay que ser lo más racional posible. Pero para ejercerla, inevitablemente hay que jugar con las pasiones de otros hombres. La actividad política es, por tanto, impura y por eso yo he preferido la reflexión”. Raymond Aren.

  Es crítica con los populismos de uno y otro signo y más en los últimos tiempos: “Dame tu libertad que yo te aseguro el capital”. “Ignora la crucial diferencia entre la responsabilidad individual y la colectiva”. “44 muertos hasta la muerte de Franco, 809 después. Extraño victimismo el que siembra una democracia de víctimas”. “Diálogo, diálogo, diálogo, repetía como un mantra o un narcótico, incapaz de concretar sobre qué, con quién y sobre todo para qué”.

  Y cómo no la voy a querer: “Pocos intelectuales han hecho más que Trapiello por nivelar el tablero español”.

  Y me encanta que abra debates sobre temas, como por ejemplo establecer si es legítimo asesinar dentro de una dictadura. “¿es legítimo pegarle un tiro a un oficial de la Gestapo en un bar? Albert Camus había contestado que no lo tenía claro y Jean-Paul Sartre que sí. En España, la discusión se pasó de moda cuando ETA dejó claro que seguiría matando, y con más saña si cabe, contra la democracia”. “El dirigente de ERC llegaría a afirmar que la independencia de Cataluña no valía una sola vida humana: si el precio era ese, él renunciaba a ella y asumía el yugo español”.

Cuando la defenestraron Mario Vargas Llosa la llamó para felicitarla. “¡Queridísima Cayetana, tus amigos, estamos taaaan contentos! ¡Jamás imaginamos que durarías tanto tiempo como portavoz!”.

  Y aclaro, me aclaro: en muchas cosas no estoy de acuerdo; en otras sí. De todas formas, cómo olvidar aquel debate para las elecciones de Cataluña presentándose con un jersey amarillo lazi. Im, pa, ga, ble. 


 

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