Acabo de terminar esta novela, El mal de Corcira. Corcira es la actual isla de Corfú y en ella se desarrolla parte de la historia que se cuenta en el libro de Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso. Así que ya lo tengo en la lista de futuro libro para comprar. La novela, bien. La he leído sobre todo porque narra cosas relacionadas con el terrorismo de ETA en los años ochenta y noventa, los peores. Y se habla de todo: también de las torturas. Y recuerda cómo se detuvo al famoso Henry Parot: fue un guardia civil en un control rutinario cerca de Sevilla: le mosqueó la pintura tan reluciente para un turismo con esa matrícula.
De la serie de Bevilacqua he leído solo cinco. En esto tampoco soy muy seriófilo. O sea, como he dicho, he comprado esta novela por su implicación a hablar sobre el terrorismo en el País Vasco. Y no me he arrepentido. Toca varias vetas ya sea para bien o para mal.
Dice el académico Antonio Muñoz Molina que «Lorenzo Silva retrata la Guardia Civil con un cuidado semejante al de Le Carré cuando escribe sobre el espionaje británico.» Y parece decirlo con algo de recochineo. Pues no, también se cuentan cosas malas que no dejan en buen lugar el nombre de la Benemérita, pero lo achaca a elementos indeseables, como hay en todos los estamentos. Si no existiera en este país la Guardia Civil, habría que inventarla.
También mezcla acertadamente el ambiente gay con los mundos de ETA, ¿por qué no?
Me encanta Lorenzo Silva en su serie de la Guardia Civil, sin que sea yo muy aficionado a la novela de crímenes, a la novela negra, pero donde más me gusta es en sus libros cuando habla de personajes reales, mezclándolos con su peripecia de investigación: genial. Reconocerán tu nombre, El nombre de los nuestros...
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