En un quiosco de los más humildes del Rastro,
en la mitad del Campillo del Nuevo Mundo, encuentro algunos títulos de la
colección que sacó el ABC llamada Biblioteca del Viajero. Algunos ya los tengo
pero me fijo en éste con un título sugerente, Boomerang, de Xavier Moret. No
había leído nada de él pero sí me sonaba de algún artículo en alguna revista o
periódico. Total está a un euro y me digo que seguro que me dará algunos buenos
ratos de placer de lectura por el precio de un café sin leche ni azúcar ni
cucharilla, si me apuran. Y me quedé corto porque me ha encantado. Moret ya se
ha convertido para mí en un cuentista de viajes a la altura de los mejores: Reverte,
Lucas Bridges, Bryson, Durrel o Kapuscinski por citar solo unos cuantos.
Y es que no sé porqué pero me encanta leer y
ver cosas de Australia. Quizá de otras partes no sienta lo mismo. Por ejemplo
de China. Me aburren de salida más las cosas que tengan que ver con China que
con las de Australia o África en general. Tonterías. El caso es que muchos de
los libros que se mencionan en este libro los he leído: La Costa Fatídica, de
Robert Hugues, Los trazos de la canción de Bruce Chatwin, Miller, Durrel, etc.
No ha mencionado a Bryson cuyo libro En las Antípodas me hizo reír y me pareció
uno de los libros más entretenidos y didácticos que he leído de cualquier tema.
Pero es que Bryson es un pedazo de escritor que conecta automáticamente con mi
forma de entender estas cosas de escribir y de leer.
En el viaje toca todos los palos del paisaje:
Sidney, luego el desierto, algunos pueblos originales, el norte, el contacto
con las gentes del lugar, las historias que se cuentan: naufragios,
expediciones, tragedias, los orígenes de los presidios, los animales extraños.
Todo muy ameno y divertido.
Moret tiene uno de los pocos trabajos que
admiro profundamente y posiblemente uno de los que hubiera podido ejercer de
haber tenido el talento: viajar, contarlo, y que te paguen.
Nació en Barcelona en el año 1952, ha sido
reportero de televisión, y vive en una masía en el Ampurdán. Es mi héroe.
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