sábado, 28 de diciembre de 2019

RICARDO PIGLIA. Los diarios de Emilio Renzi.



  Hace cuatro años me compré el primer volumen de esta obra. Edición de Anagrama. Me gustaron pero sin entusiasmarme estilo Trapiello. Me dije que no iba a seguir gastando dinero para completar los otros tres. Pero en la feria del libro vi esta edición de Debolsillo y pensé que por quince euros podía tenerlos. En lo primero que me fijé es en si se podía leer. Cada vez tengo más dificultades a la hora de leer un libro de letra pequeña. Pero sí se podía. El libro tiene más de mil doscientas páginas pero, claro, lo comencé en la 419, que es cuando empieza el segundo tomo. Me han gustado más éstos. Más cercanos los años a los que yo he vivido. Del 68 al 82. Por cierto que la Guerra de las Malvinas casi ni las nombra. Años de formación el primer tomo, Los años felices, el segundo y Un día en la vida, el último, completándose con otro tipo de entradas, más cercanas a la actualidad. Incluso habla del comienzo de su enfermedad, la que le llevaría a la muerte.
  A veces, en una entrada, se encuentran más explicaciones y más útiles que en ensayos sesudos: “Finnegans Wake. ¿No trata del incesto? Escrita en un lenguaje que hace eco al lenguaje enloquecido de su hija Lucia Joyce, ese estilo desarticulado, ¿no disfraza ese otro mito inicial? De todos modos, más allá de cualquier interpretación hay que recordar que toda novela narra, en definitiva, el sueño de un borracho”.
  Una entrada manifiestamente acorde con este blog mío. “Piensa en el suicidio una vez más, es un modo como cualquier otro de pasar el tiempo, dijo. No piensa en la muerte sino en la forma de morir, ahogado en un río; colgado del cinturón en el baño; arrojarse al vacío desde la terraza del edificio. Evitar las pastillas y el estruendoso revólver. El pensamiento siguiente es sobre los momentos preliminares al acto final. Rápidamente desiste del plan: ´Antes de matarme, iría a la peluquería’ dice Iris”.
  Y dentro de los últimos, fuera de lo que serían los volúmenes propiamente dicho esta entrada: “Renzi había argumentado las razones por las cuales de ningún modo y por ningún motivo había que tener hijos, primero porque esa responsabilidad biológica, cultural, estatal y religiosa justificaba lo que él, irónicamente, había llamado en la entrevista, ‘ la locura de contraer enlaces’ las personas se casaban para tener hijos, sin descendencia el matrimonio era una institución vacía, un paso en falso que un artista –y un revolucionario y un conspirador (y para él todas las palabras eran sinónimos)- no debía dar jamás”.
  “En esta época, por primera vez en la historia, hay más escritores que lectores de literatura”.
  “Un par de botas bien hechas son –según dice, más útiles que Ana Karenina”.
  “La significación de las palabras –diría alguno de los discípulos de Wittgenstein que abundan en el campus- depende de quién tenga el poder de decidir su sentido”.
  Qué moderno, qué contemporáneo, qué actual es esta sentencia aplicado a los secesionistas. Cómo lo intentan cada día.

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