Este es uno de los libros que encontré el verano
pasado en la basura. Estaban todos, unos cincuenta, metidos en bolsas de
mercado. A algunos ni siquiera les habían quitado el celofán. Es una primera
edición del premio Planeta del año 2011 de Círculo de Lectores. Desde que le
dieron este mismo premio a Camilo José Cela, 1994, no he querido comprar más.
Aquello fue la gota que colmó el vaso: conceder un premio por el nombre en la
portada y no por la calidad del interior, que era nefasta. Y mira que ha tenido
buenos libros ganadores: de los que más, El Jinete Polaco de Muñoz Molina en
1991.
Por esa y otras razones -no suelen gustarme las
novelas históricas. Hay excepciones, claro, como Yo Claudio de mi querido
Robert Graves, Mary Renault, y unos pocos etcéteras- tenía mis reservas a la
hora de emprender su lectura. Y efectivamente en los primeros párrafos me
decía: Puf, una historia de reyes de aquí y de allá, en Portugal y en Brasil.
Pero párrafo a párrafo, página a página, me fue ganando. Fácil de leer, fácil
de entender. Con personajes que pueden visualizarse con su personalidad, su
aspecto físico, su continuidad en el tiempo, con sus precisiones históricas. En
el cuadro de 1800 de Goya, donde sale la familia Real de Carlos IV, se puede
ver, entre otro personaje y un pendón, a la futura reina de Portugal, Carlota
Joaquina, la que fuera madre de Pedro I. Éste el verdadero protagonista del
libro de Javier Moro.
Pedro I, a pesar de ser un Rey de su tiempo supo
también cabalgar con las ideas revolucionarias que venían todavía impactando
como ondas en el resto del mundo. Firmó una constitución con pocas variaciones
de la de Cádiz. Hacia el final del libro se libra una batalla en Oporto contra
su hermano Miguel. Aspirante al trono de Portugal y de ideas mucho más
conservadoras; absolutistas.
La novela
tiene su punto exótico y divertido: Imaginar lo que debe ser tener veintitrés
años, riqueza y ser el emperador de un país inabarcable y con derechos sobre
esclavos, esposa y amantes.
Muy divertida.
Ha servido, además, para congraciarme con el premio Planeta. Por cierto, el de
este año también tiene buena pinta: Yo, Julia, de Posteguillo.
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