miércoles, 6 de diciembre de 2017

06 de diciembre de 2017




   Esta mañana ha vuelto a suceder. He llevado a mi hija al aeropuerto y para ello me he levantado a las cinco y media de la mañana. Luego, a la vuelta, he comprado unos churros, los he comido y me he vuelto a meter en la cama. Otro par de horas de sueño. En el duermevela he armado una historia, más bien una frase, que me parecía perfecta. Cada adjetivo añadido, cada palabra, encajaba como el trabajo de un orfebre. He estado tentado de levantarme y anotarla en la agenda pero no he podido. Me ha vencido el peso del cuerpo en la modorra. Pensé que me acordaría más tarde, cuando me levantara. Me la he repetido varias veces. Ahora he olvidado la historia y por supuesto la frase. Pero creo que tenía que ver con algo del procés catalán y el que hayan dicho que van a pasar de la unilateralidad a la bilateralidad… ¿multilateralidad, quizá más adelante? Todo ello mezclado con el “poliamor” que he leído hace poco no sé dónde y en el que decían que nunca salía bien eso en el sexo.
  También puede ser que estuviera relacionado con otra frase que leí anoche en un artículo de Jot Down sobre una serie de HBO y la crisis de los hombres a partir de los cincuenta y que me ha hecho reír: “…Su mujer, Kim, interpretada por Pamela Adlon, tenía que lidiar expresamente con este problema. Hubo una escena tremendamente didáctica. Louie, a mitad de la noche, se empezaba a lamentar, insomne, de que ya había vivido la mitad de su vida, de que le quedaba menos tiempo de lo que ya había existido, pero, antes de llegar a la inminente taquicardia, Kim, casi sin abrir los ojos ni soltar la almohada, le llevaba una mano a la entrepierna y lo masturbaba rápidamente. Mano de santo, nunca mejor dicho: en el acto, Louie se olvidaba de las urgencias metafísicas y ejecutaba radiantes movimientos en ocho con el culo para engrandecer la eyaculación. Hete ahí la síntesis de la problemática”. Yo, en otras ocasiones de crisis existenciales utilizo un buen bocata de jamón con aceite virgen, tomate rallado y una buena jarra de cerveza helada. Y de postre una onza de chocolate. Mano de santo.
  Puede ser también que haya visto a Marta Rovira llevar una mano a la entrepierna de Junqueras mientras este rezaba en su celda intentando ver el cielo.  Cosas del inconsciente.
  Feliz día de la Constitución.

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