Carmen Iglesias es una historiadora,
académica de las Reales Academias de la Lengua Española y de la Historia;
tutora de la Infanta Cristina y del actual Rey de España. Quizá ahora, de ser
la solapa de este libro más actual suprimirían lo de la Infanta.
Este libro lo vi en la feria del libro
antiguo y de ocasión en Recoletos en la primavera de 2017, después de dejarme
5,60 euros en un café con dos churros en el famoso Café Gijón. Y lo compré
porque no hacía mucho escuché una conferencia en la Fundación Juan March sobre
la figura de Montesquieu. Me pareció tan amena, tan entusiasta que no me pude
resistir. Y el precio: 10 euros.
No se habla aquí solo de Montesquieu sino de
las ideas de la Ilustración. De Rousseau, de Voltaire, de Diderot. Sabemos que estas
ideas trajeron la Revolución de 1789 y que esta trajo a Napoleón y sus millones
de muertos pero creo que sentó las bases para que la relación del individuo
para con el estado cambiara para bien
desde entonces. La esclavitud, la tortura, las penas de cárcel, la guerra, la
religión la superstición, todo eso iba a cambiar en la mentalidad de los
hombres.
Comienza el primer capítulo por las
“Semblanzas” con las biografías de estos grandes hombres que ya he mencionado:
Montesquieu: “Esta libertad no consiste en poder hacer lo que se quiera, sino,
más bien, en poder hacer lo que se debe querer hacer; es el derecho a hacer lo
que las leyes permiten. La libertad queda, pues, definida en función de la
legalidad; es fundamentalmente una libertad basada en la seguridad, en la
ausencia de miedo y de arbitrariedad; sólo se es libre en el marco fijado por
la ley”. “Sólo el despotismo es uniforme y simple…”.
Rousseau: “Es necesario enseñar a los hombres
lo que quieren, conformar a veces sus voluntades a la razón”.
El volumen lo conforman una serie de
artículos y en algunas partes se ve que se repiten ideas, como el tema de la
separación de poderes.
“La libertad es un alimento de buen gusto y
de fuerte digestión; se necesitan estómagos bien sanos para soportarla” “De ahí
que la libertad sea todo lo contrario a la tranuilidad perezosa de los pueblos,
a la paz de los cementerios de las dictaduras, como ya señalara Montesquieu”.
“Ya Nietzsche advertiría irónicamente sobre
la imposibilidad de todo paraíso que no esté “bajo la sospecha de las espadas”.
Como dice la contraportada sobre el
pensamiento de la Ilustración: “…una mirada rigurosa sobre aquella época de
esplendor para el pensamiento, y de cuyos valores somos herederos y directos beneficiarios”.
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