Mi teoría:
Es difícil, por no decir imposible, entrar en el cerebro de estos
asesinos. En primer lugar constatar que en el acto terrorista de Barcelona hay
una absoluta falta de sofisticación. No hay sofisticación técnica (son tan
torpes que saltan por los aires manipulando el gas de unas bombonas de butano
que venden en cualquier sitio y que, a pesar de las subidas, son baratas y que
junto con productos de droguería puede convertirse en explosivo), no hay
sustentación moral, ni mucho menos causa intelectual. Pero deberíamos hacer
algunas reflexiones. Si consideramos que esto puede ser el comienzo de una
guerra, una guerra totalmente atípica, habría que poner en la balanza las
distintas formas en que las partes se enfrentan. De un lado tenemos a los
países que se han dotado de una alta tecnología: pensemos qué hace falta para
construir un drone para poder disparar misiles: poner en órbita un satélite,
miles de datos matemáticos, miles de artilugios mecánicos y electrónicos,
conocimientos científicos en multitud de facetas; millones de dólares necesarios
para que un par de especialistas pueden dirigir con cierta precisión una bomba
situada a veinte mil kilómetros de distancia de los joysticks que la dirigen. Hay
que pensar qué esfuerzo económico hace falta para fabricar y hacer que funcione
una “bomba inteligente”.
Del otro lado tenemos acciones que no tienen esta sustentación
económica: si estos asesinos medio adolescentes pudieran haber lanzado un misil
desde la estratosfera, lo habrían hecho. ¿Qué hace falta para golpear una gran
ciudad occidental, cosmopolita, abierta, democrática, laica…? solo hace falta
una voluntad, una idea, un cerebro primario para albergarla y unos pocos euros.
En esencia estos chavales residentes en o cerca de Barcelona (“un buen chaval
que empezó a torcerse cuando comenzó a rezar” decía el padre de uno) son sus
“bombas inteligentes” dirigidas desde bien lejos.
¿Quién ganará esta guerra a medio y largo plazo? Si consideramos el
esfuerzo tecnológico y económico de fabricar armas sofisticadas, y del otro
lado una explosión demográfica dentro de Europa de sujetos pertenecientes a
familias de segunda y tercera generación de países como Marruecos o Argelia,
con vidas ancladas en barrios deprimidos y fáciles de radicalizar, el resultado
será una derrota clamorosa en el que las sociedades occidentales tendrán la
tentación de ir recortando libertades en las que ellos estarán encantados.
Y otra cosa: ver al gobierno del Estado, al de la Generalidad,
embajadores, políticos, etc, romper sus agendas para hacer una concentración
pública al día siguiente del atentado debe procurar en los seguidores de estos
malnacidos un gran orgullo. Si a eso le añadimos la difusión de sus fotografías
a nivel planetario, el absoluto protagonismo, el paraíso para ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario