No sé porqué he sabido
de la existencia de este autor. Hasta ahora no sabía que era el escritor de una
novela famosa y de prestigio: Pelo de zanahoria. Sabía que lo leía Pla, y, como
se dice en el prólogo, Gómez de la Serna se dejó “influenciar” por él; también
lo leyó Sartre.
La verdad es que a pocas semanas de haber
leído las Greguerías sí que se aprecia una claro influjo. Pero es como los
buenos vinos: si te tapan los ojos no sabes cuál es el uno y cuál el otro. He
rodeado con una galleta, al igual que en el libro de De la Serna, las frases
que más me han gustado.
1887. “El talento es
cuestión de cantidad. El talento no se demuestra escribiendo una página, sino
escribiendo trescientas. No hay novela que una inteligencia mediana no pueda
concebir, ni frase tan hermosa que no la pueda construir un principiante. Pero
hay que empuñar la pluma, preparar el papel, ir llenándolo pacientemente. Los
fuertes no dudan. Se sientan a la mesa, dispuestos a sudar. Llegarán al final.
Acabarán la tinta, gastarán el papel. Esta es la única diferencia entre los
hombres de talento y los cobardes que nunca empezarán. En literatura solo
existen lo bueyes. Los genios son los más gordos, los que penan dieciocho horas
al día de forma infatigable. La gloria es un esfuerzo constante”.
1894. 7 de abril.
“Para matar las moscas, desnudarse y untarse
con pegamento líquido, mezclado con un poco de miel o salpimentado de azúcar, y
pasearse por la habitación. Las moscas vuelan a pegarse a la piel. Las coges a
manos llenas. Un procedimiento carente de elegancia, pero infalible”.
16 de mayo.
“No basta con ser feliz: además es necesario
que los demás no lo sean”.
“Quiero tener un año
excepcional, y empiezo levantándome tarde, almorzando demasiado y durmiéndome
en un sillón hasta las tres”.
12 de agosto. “La
posteridad pertenece a los escritores secos, a los estreñidos”.
Uno que me atañe personalmente: “Por fin soy
calvo. ¡Mejor así! ¿De qué me servían los cabellos? No eran un adrono, y me
dejaban a merced de ese ser innoble, el peluquero, que me escupía su desprecio
a la cara, o me acariciaba como una amante, o me daba palmadas en la mejilla
como un sacerdote”.
Esta entrada fue la primera que leí mientras
lo ojeaba: me hizo gracia, quizá la que más: 27 de octubre. “Mientras me está
hablando, se le escapa hacia mí un salivazo enorme, casi un escupitajo. No me seco.
Ni pienso secarlo. Me vengo no secándolo, y tiene que seguir hablando conmigo,
con la vista clavada en ese salivazo que puede evitar: hay algo entre nosotros”.
Y éste: cuántas veces lo he leído en variadas
versiones: una condición humana: no ser feliz.
“El escritor alegre. He trabajado bien, y
estoy contento de mi trabajo. Dejo la pluma, porque anochece. Ensueños en el
crepúsculo. Mi mujer y mis hijos están en la habitación contigua, llenos de
vida. Tengo buena salud, éxito, dinero suficiente, no demasiado.
¡Dios mío, qué infeliz soy!”
Ésta, se la recité tontamente a mi mujer:
10 de noviembre: “Amo,
amo, ciertamente amo, y creo amar profundamente a mi mujer, pero de todo lo que
dicen los grandes amantes –Don Juan, Rodrigo, Ruy Blas- no hay una sola palabra
que pudiera decirle a mi mujer sin echarme a reír”.
Cuántas veces he pensado esto de los “ilustrados”:
2 de diciembre. “Su éxito le permite decir con
autoridad, con un aire profundo, cosas absolutamente insignificantes”.
“El pájaro enjaulado
no sabe que no sabe volar”.
Otro tratado de
urgencia sobre el aburrimiento: “La vida es corta, y aún así nos aburrimos”.
¡Cómo lo entiendo!
14 de septiembre. “Se
acuestan con Dios el domingo, y lo engañan toda la semana”.
“La religión es la excusa para su pereza
mental. Les da una explicación del universo ya hecha, aunque mediocre. Y ellas
se guardan mucho de buscar otra, primero porque son incapaces de buscar, y luego
porque les da igual”.
¡Cómo sigo entendiéndolo!
13 de febrero: “La
juventud es la ignorancia, y ahora sé, mejor que a los veinte años, que no sé
nada”.
La ausencia de dolor; cuántas veces he
pensado que es una felicidad en sí misma: 3 de febrero: “Todas las mañanas,
deberías repetir: Veo, oigo, me muevo, no siento dolor. ¡Gracias! La vida es
bella”.
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