No hace mucho mi hija me
dijo que quería ser fotógrafo y que le comprara una cámara réflex. De joven se
quiere ser muchas cosas; acaso todas. Como condición le pedí que leyera este
libro, me hiciera un resumen y, solo entonces, me lo pensaría. El caso es que
lo tuvo dos o tres días deambulando por la habitación sin hacerle caso. Así es
que le envié el enlace de “La sal de la Tierra”. Si ve esta película con gusto
será como si hubiera leído este libro. Hablé de ella el año pasado ¿Y por qué
quería yo que leyera este libro? Pues porque habla de la vida de un fotógrafo
paciente, honrado y comprometido. Inteligente y dotado para camuflarse con su
entorno, entorno tanto natural como humano. “Al que no le guste esperar no
podrá ser fotógrafo”. Así empieza el libro y cuenta qué le ocurrió con una
tortuga gigante al llegar a las Galápagos. La tortuga no se estaba quieta
porque no estaba tranquila. Quizá recordaba aún el paso de los navegantes que
las cazaban para comerlas hace un siglo o más. Así que se convirtió en una
tortuga. Se agachó y ella se acostumbró a su presencia. Así pudo hacer una de
las fotos más auténticas sobre la naturaleza del gran fotógrafo brasileño. La
mirada del animal es una mirada de consentimiento, sí, pero con condiciones, in
vigilando.
Las memorias de este
hombre son prácticamente las memorias de sus viajes, de sus vicisitudes a lo
largo y ancho de este planeta. Fue, al principio, economista en una importante
institución mundial pero lo abandonó todo para dedicarse a lo que era su
pasión. Su mujer Lélia ha sido su gran apoyo desde que la conociera casi siendo
ambos adolescentes. En otra época Sebastiao cubrió los más grandes desastres
que puede sufrir un ser humano: el hambre, la enfermedad y el más absoluto
abandono. Después de varios años se tomó un tiempo de asueto: enfermó de
tristeza, abatido por la condición humana: Ruanda 1994. Luego se dedicó a ser
testigo de la naturaleza: África donde siempre vuelve, los grandes animales
salvajes, las infinitas extensiones.
Lo último ha sido la
reforestación de la tierra que le vio nacer. Una empresa monstruosa, un sueño
de los que desde fuera ves irrealizable pero que con tesón y voluntad ha sido
posible llevar a cabo.
3 comentarios:
Emocionante documental. El final, apasionante y esperanzador después de ver el horror que él también refleja en muchas fotos. Poder acercar a nuestras cómodas guaridas las imágenes de tantas realidades terribles diseminadas por el mundo es de un valor increíble. Me conmovió ese pasaje en que, después de ver tantas desgracias ( ¡verlas de cerca, ni siquiera sufrirlas como los protagonistas de esos pueblos!) decía sentir " el alma enferma". Por eso el giro del final ayuda a respirar...
Me gustan tus citas, Hermi
Un abrazo
Si lees el cometario que hice sobre el documental en este mismo blog, hará cerca de un año, verás que me quedé hipnotizado. Es una maravilla, una lección de vida. Gracias por pasarte.
Hablamos. Un abrazo grande.
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