viernes, 4 de marzo de 2016

SEBASTIAO SALGADO. DE MI TIERRA A LA TIERRA. MEMORIAS.




  No hace mucho mi hija me dijo que quería ser fotógrafo y que le comprara una cámara réflex. De joven se quiere ser muchas cosas; acaso todas. Como condición le pedí que leyera este libro, me hiciera un resumen y, solo entonces, me lo pensaría. El caso es que lo tuvo dos o tres días deambulando por la habitación sin hacerle caso. Así es que le envié el enlace de “La sal de la Tierra”. Si ve esta película con gusto será como si hubiera leído este libro. Hablé de ella el año pasado ¿Y por qué quería yo que leyera este libro? Pues porque habla de la vida de un fotógrafo paciente, honrado y comprometido. Inteligente y dotado para camuflarse con su entorno, entorno tanto natural como humano. “Al que no le guste esperar no podrá ser fotógrafo”. Así empieza el libro y cuenta qué le ocurrió con una tortuga gigante al llegar a las Galápagos. La tortuga no se estaba quieta porque no estaba tranquila. Quizá recordaba aún el paso de los navegantes que las cazaban para comerlas hace un siglo o más. Así que se convirtió en una tortuga. Se agachó y ella se acostumbró a su presencia. Así pudo hacer una de las fotos más auténticas sobre la naturaleza del gran fotógrafo brasileño. La mirada del animal es una mirada de consentimiento, sí, pero con condiciones, in vigilando. 

  Las memorias de este hombre son prácticamente las memorias de sus viajes, de sus vicisitudes a lo largo y ancho de este planeta. Fue, al principio, economista en una importante institución mundial pero lo abandonó todo para dedicarse a lo que era su pasión. Su mujer Lélia ha sido su gran apoyo desde que la conociera casi siendo ambos adolescentes. En otra época Sebastiao cubrió los más grandes desastres que puede sufrir un ser humano: el hambre, la enfermedad y el más absoluto abandono. Después de varios años se tomó un tiempo de asueto: enfermó de tristeza, abatido por la condición humana: Ruanda 1994. Luego se dedicó a ser testigo de la naturaleza: África donde siempre vuelve, los grandes animales salvajes, las infinitas extensiones.
  Lo último ha sido la reforestación de la tierra que le vio nacer. Una empresa monstruosa, un sueño de los que desde fuera ves irrealizable pero que con tesón y voluntad ha sido posible llevar a cabo.

3 comentarios:

Ana Belén dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ana Belén dijo...

Emocionante documental. El final, apasionante y esperanzador después de ver el horror que él también refleja en muchas fotos. Poder acercar a nuestras cómodas guaridas las imágenes de tantas realidades terribles diseminadas por el mundo es de un valor increíble. Me conmovió ese pasaje en que, después de ver tantas desgracias ( ¡verlas de cerca, ni siquiera sufrirlas como los protagonistas de esos pueblos!) decía sentir " el alma enferma". Por eso el giro del final ayuda a respirar...
Me gustan tus citas, Hermi
Un abrazo

Hermi dijo...

Si lees el cometario que hice sobre el documental en este mismo blog, hará cerca de un año, verás que me quedé hipnotizado. Es una maravilla, una lección de vida. Gracias por pasarte.
Hablamos. Un abrazo grande.