jueves, 31 de diciembre de 2015

RAMÓN LOBO. TODOS NÁUFRAGOS.



   


  Extracto del correo que le envié al autor a su blog: “Por lo demás, Sr. Ramón, compré el otro día tu último libro, el de los Náufragos, y lo acabo de terminar; y me ha gustado bastante. Es cierto que está un poco desordenado, como si se hubieran caído las fotos de la vieja lata de tus padres (en los dos sentidos) y las hubieras colocado al tuntún. Pero siempre he admirado a los escritores que son valientes para desnudarse con buena literatura y con arte. Yo aconsejo su lectura porque habla de una generación y sus problemas, que han sido por la edad, ¡¡ay!! Casi los mismos míos, y porque tiene, como has dicho tú mismo, páginas de buena literatura. Estoy de acuerdo”.  
  De Ramón Lobo me llamó la atención la forma cruda, sincera y competente de exponer sus puntos de vista en los grandes conflictos y desafíos de nuestro tiempo como corresponsal de guerra, como periodista y escritor, por mucho que un día le dijera Saramago que qué más quisieran ser los periodistas como los escritores;  por eso me ha gustado sumergirme en su pasado, que es también el nuestro de alguna manera. Tiene éste dos ramas en su familia absolutamente distintas: una española y recia, de derechas, de un padre autoritario y franquista, y de la otra una familia británica, moderna, europea. Este libro es un intento de hacer las paces con su padre y un intento de tener una visión más amplia de lo que le ha pasado a este país en las últimas décadas. Y no debe ser fácil, él que fue redactor del periódico El País durante veinte años y que un Ere se lo llevó junto con muchos de los grandes.
  Muchas de las discusiones que tuvo con su padre las he tenido yo en mi familia “Queda un franquismo cultural, sociológico y político que no hemos superado tras cuarenta años de democracia; sigue incrustado en una sociedad que ahora parece, por fin, dispuesta a mudar de piel”. “Franco hizo muchas cosas por España”. Hay un cierto rencor a lo que le hizo su familia y este país con respecto a su educación: “Tuve mala suerte: me eduqué al sur de la inteligencia”. “Estamos aplastados por el oscurantismo del Concilio de Trento frente al dios protestante, más pragmático y comercial, y por la saña de la Inquisición que preñó el franquismo y a la derecha recalcitrante que aún rechaza condenarlo. No incorporaron las enseñanzas de la Revolución Francesa”.
  Tiene este libro de memorias un apartado muy interesante sobre la División Azul donde combatió su padre y varios de sus tíos. Para ello echa mano de conocidos y entendidos del tema como el pintor Dalmau y Jorge Martínez Reverte sobre el que escribió un libro sobre ellos. Ya lo estoy buscando aunque no me va a ser fácil hacerme con él. Me gustan esta clase de libros nodriza que llevan en su interior otros libros.
Tiene igualmente temas de rabiosa actualidad como se dice,  porque toca temas que están todavía en los periódicos estos días y ello es así porque el libro aún tiene la tinta fresca. La edición, el objeto llamado libro, está muy bien, de buen aspecto, tiene la forma de esas agendas de esquinas redondeadas e imitación a piel, pero en los cuatro o cinco días que me ha llevado su lectura se ha resquebrajado un poco justo debajo de la tapa. Pero no importa, es una de las lecturas de este año más importantes y ahí lo dejaré junto al resto de los que tengo más a mano. Adiós 2015. Otro año y no de los peores.

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