A propósito de los diarios de fotografía, (un buen fotógrafo cuenta su diario con sus fotos), cuenta
Vargas Llosa en el artículo de este domingo que pensaba que había leído
todos los libros de Borges hasta que en una librería de lance descubrió
uno de fotos hecho entre el sabio argentino y su mujer María Kodama.
“Atlas” es su título. Y me he llevado una alegría grande porque he
descubierto que, aunque humilde, voy atesorando una biblioteca que puede
competir, aunque sea nada más que por estas cosas, con la de todo un
premio Nobel. Claro, sólo en estas cosas porque Vargas Llosa tiene
varias bibliotecas mastodónticas repartidas por varias de sus casas,
vigiladas por su colección de pequeños hipopótamos.
El libro que comenta lo vi en El Corte Inglés, un día de hará unos quince años, dentro de una canasta de hierro a reventar de libros de saldo. Me costó alrededor de quinientas pesetas y efectivamente me resultó un libro barato pero valioso tanto por las fotografías que contenía como por los textos. Recordemos que ya era un hombre ciego y que, como cuenta Vargas Llosa, también un hombre, quizá por primera vez, enamorado. Cómo no si es capaz de montarse en un globo a las cuatro de la madrugada en el valle del Nepa en California.
El libro que comenta lo vi en El Corte Inglés, un día de hará unos quince años, dentro de una canasta de hierro a reventar de libros de saldo. Me costó alrededor de quinientas pesetas y efectivamente me resultó un libro barato pero valioso tanto por las fotografías que contenía como por los textos. Recordemos que ya era un hombre ciego y que, como cuenta Vargas Llosa, también un hombre, quizá por primera vez, enamorado. Cómo no si es capaz de montarse en un globo a las cuatro de la madrugada en el valle del Nepa en California.
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