La novela del
escritor argentino comienza como una novela sobre los campus universitarios.
Renza, alter ego de Piglia, y recién divorciado, llega a una prestigiosa
universidad de New Jersey para dar un seminario en torno a la figura de W. H.
Hudson, escritor inglés y argentino de adopción. También se establece una trama amorosa alrededor
de la inteligente y comprometida Ida Brown. Hay capítulos en los que se habla de
escritores como Joseph Conrad, Robert Frost o el propio Hudson, tipos que han
vivido a caballo entre dos lenguas y dos culturas.
He leído algunas
reseñas de este libro que ofrecen tanta información sobre la trama, quiénes son
delincuentes y culpables, quiénes inocentes, que equivaldría a asomarse en la cola
de un cine y gritar quién es el asesino. Yo no lo voy a hacer. Sí quisiera
hablar de un personaje que a medida que iba describiéndolo, más me iba
pareciendo al Thoreau de Walden: Thomas
Punk. “Primero construyó una cabaña de madera de seis pies, siguiendo el modelo
de la que había construido Thoreau en Walden”.
También, a través de
un “Manifiesto” que el propio Punk consigue que publiquen los principales
periódicos del país, hace interesantísimas digresiones sobre la civilización y
sobre la violencia “En eso consiste la civilización; la posibilidad de fingir y
engañar nos ha permitido construir la cultura”.
“Nadie puede decir
qué forma podría asumir en el futuro la organización social. Por qué
complacerse entonces en fantasías proféticas”.
Ricardo Piglia me
ganó para siempre con su visual novela Plata quemada y remató con El último
lector, un ensayo delicioso para los amantes de los junta letras.
4 comentarios:
Tu espacio respira y transpira auténtica pasión por la literatura, en un grado tal que ya no creen posible las editoriales, pero que existe, ya se ve: es una inclinación en la que me veo plenamente reflejado. Como reflejado me veo en esos paisajes del sur que me son tan próximos y que han dado lugar a un estupendo diario que he leído ahora de adelante atrás. A Piglia lo tengo aún por descubrir, es una promesa que me he hecho a mí mismo desde que vi uno de los programas literarios que hace en la televisión pública argentina.
Saludos.
Gracias por pasarte Juan. Creo que descubrí tu blog buscando algo sobre El Nadador, hace unos meses, y rápido me di cuenta que era muy interesante.
Eres de los pocos a los que me asomo prácticamente a diario buscando un poco más de alimento.
Un saludo.
Buenas noches Hermi, como siempre un placer leer tus entradas, recuerdo que conocí y leí El último lector gracias a ti.
Un abrazo
Oh..., muchas gracias, Abril. Solo por eso (y porque no se pierdan estas menudencias en el torbellino del olvido) merece la pena tener un blog.
Un abrazo.-
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