jueves, 5 de octubre de 2023

GOG. GIOVANNI PAPINI.


 


  Tiene esto de los libros que unos tiran de otros como el que colecciona piedras o insectos. Hace un par de veranos paseando por la rivera del Guadalquivir,  entré en una librería de viejo. En principio me pareció de gran fondo, miles de libros con poco orden ni concierto. Ese páplito me dio la razón. Después de un buen rato de buscar sin encontrar nada reseñable me puse a pegar la hebra con su dueño. Un tipo que había vivido en varias ciudades y que se había establecido en la ciudad andaluza. Le pedí algo de Trapiello, del que hablamos un rato. Sólo tenía lo de siempre y que ya tengo yo desde el principio. Así que por llevarme algo me llevé el Libro Negro de Papini. Me gustó mucho, a la manera en que gustan cosas como las de JJ Benítez, Caballo de Troya y siguientes, que por cierto tiene también un libro llamado Gog, me acabo de enterar. Sabes que son trolas pero muy bien contadas. Éste, el original, el que dio paso a este negro, me ha gustado menos. Pero siguen siendo creíbles las conversaciones que tiene con los grandes personajes de la historia.

  El libro lo compré en la Cuesta de Moyano. Pregunté por él al librero y me dijo que no lo tenía. Seguí buscando y lo primero que vi fue Gog. Lo cogí y le sonreí: “Pensé que lo había vendido”. Me lo rebajó de 12 a 10 euros.

  Gog es un tipo que vive en un manicomio. A partir de ahí todo es posible. Le cuenta las visitas que ha ido haciendo a grandes y curiosas personalidades del mundo entero: Mao, Lenin, un músico, Freud…, un caníbal.

  Entre las conversaciones con tan prestigiosos protagonistas de la historia he podido sacar frases que merecen la pena: “Las religiones son consideradas por casi todos como una admirable colaboración entre Dios y el espíritu más alto del hombre; y he aquí que un hebreo de Saint-Germain de Laye, Salomón Reinach, se ingenia para demostrar que son simplemente un resto de los viejos tabús salvajes, sistemas de prohibiciones con superestructuras ideológicas variables”.

  “En menos de cincuenta años, Europa, orgullosa de su ciencia, y América, soberbia de su riqueza, estarán pobladas por clanes de neoprimitivos que habrán olvidado el florecimiento efímero de la civilización entre los siglos XVII y XX. Y entonces comenzará un nuevo, fatigoso, largo ciclo de la historia universal”.

Acabando este libro mi hija se hizo con Lys, una perra mezcla de pointer y mastín que ha dado luz a su vida, y a la de la perra, que vivía en una finca protectora de animales, en Santa Cruz del Mercenado, rodeada de muchos como ella, abandonados casi a su suerte. Tiene cinco meses y es blanca y negra. Ya pesa veinte kilos y tiene pinta, por las patas, que va a crecer más. Mi hija no podía disimular cómo le rebosaba el amor y la ilusión. La perra estaba asustada con el rabo entre las piernas pero conforme han ido pasando las horas, los días, cinco cuando escribo esto, ha ido cambiando el semblante.

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