lunes, 8 de mayo de 2023

ÉRAMOS OTROS. ANDRÉS TRAPIELLO.


 

  Esta semana fui a ver la exposición de Lucian Freud. Me ha gustado de siempre este pintor. Es inquietante. Pintar a familiares directos en bolas, amigos, recién follados, con gordas, fofas, sin ningún tipo de consideración hacia sus allegados. Y me encanta ese emplastecimiento de la pintura influenciado por su amigo Francis Bacon. Hay algunos cuadros que están sin acabar y se aprecia el curioso método para ir pintando desde el centro hacia afuera.

  Luego me fui a la feria de Recoletos a ver libros. Siempre te llevas sorpresas porque encuentras libros que no buscas. Es mejor así. Para lo otro, internet. Empiezas a dejar algunos que sabes que te van a hacer arrepentirte, como uno de artículos de Pla. Pero no puedes llegar a casa con veinte o treinta y hay que seleccionar muy bien. Ahí dejé el de Pla que no tengo y por el que ya me he tirado de los pelos lo suficiente. Así llegué a la caseta de Renacimiento tan bien surtida como siempre. Pregunté por el precio de la biografía de la reina Victoria escrita por Lytton Strachey que tantas ganas le tenía. Cuando estaba esperando para pagar oigo a una de las dos dependientas hablando con alguien y pidiéndole una foto con sus libros: ¡era Andrés Trapiello! Y en mi mochila tenía el que leo estos días, bueno, que acabo de terminar, el último de sus diarios, Éramos otros. Qué emoción. Disimulé y puse la oreja porque no paraban de hablar, de libros; qué si no. Al rato saqué mi ejemplar forrado con una bolsa de Zara y se lo alargué a la otra dependienta que al ir a coger los dos tuve que decir: ¡no, este es de Andrés Trapiello y es mío! Entonces él me miró y me sonrió. ¡Qué emoción! Ya hemos encontrado al friki de hoy, pensé que pensaría él. Pasé adentro y le pedí que me lo dedicara. Me preguntó por el qué tal. Y le dije que en el metro me venía riendo porque me reflejaba en sus neuras al leer que perdía las llaves de su casa en el control del aeropuerto camino a Belfast. También les expliqué a ambos que sus diarios los adquiero cada año con la naturalidad con la que un oficinista compra la agenda del año correspondiente.

  El libro es como todos los demás. En este, del año 2010 escrito en el 22 cada uno tiene la edad que les corresponde. Eso, comparado con otros volúmenes de hace diez, quince años, le da su propia autonomía. Hasta Nacho Vidal ha reconocido que ya puede estar sin sexo toda la vida.

 La lectura de estos diarios, año tras año sigue siendo adictiva. Nunca me cansaré. Tiene de todo: libro de memorias, de viaje, de diario, de historia, de política, de sociedad, de aforismos, de filosofía, de filología, hasta de prensa rosa.

  “Igual es verdad lo que decía Montaigne: Si no sabéis morir, no tengáis miedo. Cuando llegue el momento, la naturaleza os enseñará con exactitud lo que habéis de hacer, y tomará completamente por sí misma la conducción del asunto; por lo tanto, no caviléis sobre ello”.

  Próspero: “Un hombre que a fuerza de repetir una cosa, comete en su memoria el pecado de dar crédito a su propia mentira”.

  Sobre política: “que en el campeonato de víctimas no es la izquierda la que gana por goleada. El empate no les sirve. Además. ¿dónde se va a comparar una víctima de izquierdas con una de derechas?”

  Sobre frases: “Aún más medieval que la nieve es el humo. Y no digamos el olor a leña”.

  De historia: “Cuando Ortega habla en 1916 de 1880, parece estar hablando no ya del muy remoto para él siglo XIX, sino del XVII y aun de la Edad Media. Cuando nosotros leemos su Espectador de 1916, parece que estuviéramos hablando de hace un momento”.

  Raja mucho de muchos. Casi siempre con equis. Otras veces con nombre y apellidos: a Valle Inclán mal. A Rubén Darío. Alberti. Gil de Biedma. Si un pederasta es cura, malo. Si es un poeta, mirar para otro lado.

  Bueno no sigo porque podría estar escribiendo de A.T. toda la vida.

  Después del encuentro con el autor seguí recorriendo las casetas. En una de ellas pegué la hebra con el dueño de la Sánchez y un tipo que dijo ser entre otras cosas autor de teatro. Rajamos de esto y de aquello. De los nacionalismos, de los mierdas de indepes. Vi dos de Trapiello y los compré: una novela (no es de lo que mejor se le da) y un librito de crónicas. Estaba bien surtida. Cuando le pregunté dónde tenían físicamente la tienda me dijo que en Barcelona. Enseguida me di cuenta que quizá metí la pata pero no, no eran indepes. Les dije que pronto iría por allí así que me dio una tarjeta. Una mañana perfecta.

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