miércoles, 24 de mayo de 2023

DIARIO DE POSGUERRA. 1943. RAFAEL CANSINOS ASSENS.


 


  Después de La novela de un literato los diarios de posguerra. Y más tarde vendrán los de la Guerra Civil. Cuando quiera su hijo y heredero Rafael Manuel Cansinos Assens y que ya espero con ansias vivas. Ediciones Arca. De este mismo año.

  Me gustó mucho el anterior pero en este lo he vivido más cercano. Es un hombre que se somete a sí mismo, que está acobardado, que se habla en voz baja, que teme a las fuerzas de seguridad, que se extienden los rumores por doquier sobre detenciones, ejecuciones. A Cansinos el régimen le ha anulado  en su faceta profesional. Le acusan de ser masón y judío. Tan solo se puede dedicar bajo seudónimo a las traducciones y a escribir libros para publicar en tiempos mejores. Y a escribir este diario que ya no es tan fresco, tan festivo como el de sus años de gloria y juventud. El Madrid de la bohemia.

  Vive en un pisazo cerca del Retiro con su hermana Pilar mientras Maripepa, la mayor vive en el piso de arriba. Recibe de vez en cuando a Josefina, una medio novia con la que mantiene poco o nada de relaciones sexuales y de lo que se queja a menudo. Para más inri su hermana, religiosa, miedosa y acobardada, le echa en cara ese “amancebamiento”.

  Tiene entradas que llaman la atención porque para él es inmediatez mientras que para sus lectores de ahora es historia de la literatura como por ejemplo la publicación de La familia de Pascual Duarte. “Sigue siendo el éxito máximo de toda esta posguerra. Recomendada al público por unas palabras de Baroja, lleva siendo objeto de críticas literarias y estudios psicopatológicos. Hay quien compara a Cela con Dostoyveski, en sus Karamazovi. Todo eso demuestra lo faltos que andamos de un gran novelista”.

  Usa un lenguaje poético hasta para hablar de las moscas: “¡Oh, las moscas de otoño! Maduras como uvas, pesadas, mimosas, con el vientrecillo lleno de miel. Revolotean al sol, se pegan a nuestra carne y al espantarlas, mueren fácilmente, que da pena, dejándonos en la mano una melosidad viscosa de pasas estrujadas; no; de algo todavía más tierno y jugoso que enternece y asquea”. ¿Son las moscas nuestras contemporáneas como las moscas de la posguerra? Yo creo que no. Las moscas de las guerras y aun de la posguerra eran más glotonas porque ningún ser como las moscas para adaptarse a la miseria.

  Magnífica edición. Y nada, a esperar el siguiente.

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