“Yo he conocido personas que se han pasado la vida con un dedo humedecido y levantado, tratando de fijar la dirección del viento. Es una manera de pasar el rato como otra cualquiera y, desde luego, de una gran utilidad. En la vida hay que ponerse siempre a barlovento, hay que ganar barlovento siempre”.
Este libro lo redactó el ampurdanés una vez terminada la Guerra Civil. Va casi siempre caminando, sin ningún espíritu deportivo o heroico. Con poco dinero. Se jacta de tener amigos con los que dejarse invitar.
“Voy de pueblo en pueblo cuando los lugares están unidos por distancias discretas”.
“Hay que tener el dinero justo para lograr, viviendo una vida modesta, ser libre”.
Y tiene frases que parecen haberse dicho esta misma mañana: “Desde 1917, la historia de Rusia no es más que una lucha feroz –a veces larvada, a veces sangrienta- entre campesinos y obreros industriales”.
Elogio de los cantantes: “Tengo observado que
la gente que canta en coros, orfeones, corales y, de una forma u otra, con esos
tinglados musicales, es gente chocarrera, alegre y conformada. En los pueblos
más civilizados, más cultos de la tierra, se canta sin cesar, y la iglesia ha
hecho muy bien invitando a la gente a cantar”.
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