domingo, 3 de octubre de 2021

COMIMOS Y BEBIMOS. IGNACIO PEYRÓ.

  Lo primero que leí de Peyró fueron sus diarios, no hace mucho. Y la prueba de que me gustó es esta lectura. Siempre he dicho que lo primero que se lee de alguien marcará el futuro de su obra para bien, leyendo más libros, o para mal, abandonándolo para siempre. Peyró, por sus años, es como esos muchachos prácticamente adolescentes que triunfan en los grandes equipos. Escribe bien y sabe mucho; un erudito sin pesadez, con  con ironía. Es decir, no es plasta. Y eso últimamente es un plus, sienta bien. Me gustan esos escritores que hablan de comida, de comer y beber. Pla, Luján, y en estos días, Lawrence Osborne. Cuando uno los lee se le abren las papilas del gusto, babea. Y a Peyró se le nota esa pasión para transmitirla. Y tiene –cómo lo hará- muchas referencias que parece haberlas sacado de infinidad de lecturas, periódicos, conversaciones. Se lee con amenidad y siempre lo recordaré porque me lo llevé y terminé en Córdoba.

 Los capítulos tienen el nombre de los doce meses. Y son temáticos: sobre bebidas alcohólicas, sobre el fumar, sobre los grandes restaurantes, etc.

Párrafos: “¿Mejor morir pronto, tomando rosbif y armagnac bajo la mirada de un retrato del duque de Wellintong, o mejor cuidarse y compartir un aguacate con tu profesor de spinning?

“-Vamos a ver. Este restaurante ha conocido las guerras carlistas, la Gloriosa, dos repúblicas, una dictadura y una dictablanda, una restauración y una transición. ¿No estará usted angustiada por echar el cierre?

-Ay, hijo mío –respondió-, es que entonces no existían las cargas sociales”.

“Aprendemos entonces algo melancólico: el primer mandamiento de la cocina es caer bien al estómago. Sin embargo, el tiempo también tiene sus consuelos, y cuando todas las pasiones pertenecen al pasado, la pasión de la cocina permanece. A esto aludía Maughan al afirmar que, llegado un cierto momento, el amor, el poder y la gloria importan poco frente a un filete con patatas”.

“Ya Savarin dejó dicho que la invención de un nuevo plato aporta más felicidad a la humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella”.


 

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