domingo, 17 de octubre de 2021

El Planeta de Carmen Mola un montón.

 

  Al final Carmen Mola eran tres tipos. Y he recordado lo que tantas veces se ha dicho de las mujeres escritoras de antaño: que debían escribir bajo seudónimo masculino para vender su obra. El caso es que parece que nunca estamos en la etapa de “verdad” equilibrada en la que deberíamos vivir. Ahora un presentador que se precie debe ser o parecer homosexual. No falta a la verdad ese sketch del programa de la televisión vasca en la que un matrimonio lloraba al descubrir que su hijo era un chico heterosexual. “¡cómo te vas a ganar la vida! ¡En qué te hemos fallado!”. Algún medio dice que esto ya lo sabía el Planeta y que ha sido una venganza por haberse llevado Penguin a Santiago Posteguillo. En cualquier caso no pienso comprarme el premio. Sí me ha dicho un amiguete de la bici que le ha gustado mucho el de los Vencejos de Aramburu. Ese sí lo leeré cuando le toque. Un profesor que dice suicidarse en un año, da para mucho. “Ni valor ni cobardía, ni exceso de lucidez o una ofuscación, ni una enfermedad ni una huida de ella, el suicidio no es más que la última de una cadena de desdichas”.

 

  Leí hará dos años El Coronel Chabert de Balzac. Y hoy, mariposeando por Netflix la he visto en película protagonizada por Depardieu. Y me ha gustado mucho. Es tal cual la había imaginado. 1994. Qué viejo me hago. Una peli que ya es vieja y yo ya era un mocetón de treinta y dos añazos.

   A veces los libros parecen hablar entre sí. Leí ayer en la biografía de Napoleón: “En 1797, durante la campaña de Italia, padeció de hemorroides, pero las eliminó después de aplicar tres o cuatro sanguijuelas”.

  Del libro de las palabras de Trapiello leído esta mañana: “Y pensar que una sanguijuela era hasta hace unos cien años poco menos que un doctor en medicina”. Estas cosas, bastante idiotas la verdad, me producen una gran satisfacción.

  


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