domingo, 4 de julio de 2021

INDICIOS DE HIPO. PHILIP HANSHER.

  En una de mis visitas a la librería solidaria de Argüelles no encontraba nada que llevarme. Eso me causa una especie de resquemor y así, casi siempre, meto la pata: no debería “llevarme lo que sea”. Para curar la desazón me llevé este libro editado en la colección de Edhasa: en sí, creía yo, una garantía. Grave el error. Esta novela es una escritura sin sustancia. Es como estar viendo esas series en las que nos van indicando dónde reírnos y dónde no; las risas enlatadas. Pretende sin conseguirlo una risa; pero ni logra una sonrisa.

  Imagino que debido a algún éxito en su país, el de Óxford y Cambridge, en esta editorial debieron pensar que aquí también, pero no, aquí era la primera y seguramente última vez que lo vea en una librería.

  Es un tipo que vive con su mujer en un piso que es de ésta, heredado de un matrimonio anterior. Y la mujer lo abandona y a éste le entra hipo. Normal. Se dedica a hacer índices onomásticos para libros, que digo yo que por ahí podría haber aprovechado para hablarnos de bibliofilia o lo que sea relacionado con los libros pero no, ni por esas. Pero cuenta cosas curiosas. Intenta alquilar una habitación a un inquilino. Éste le hace una fotografía a cada condón que usa para follarse a cada tío. Y con eso pretende cual artista moderno, ganarse la vida. Sólo al final, en las últimas páginas, en el reencuentro, alza un poco el vuelo, pero como el vuelo de esas perdices acostumbradas a no tener cazadores cerca, gordas, vagas ya para siempre.

  Dice la contraportada que está en la estela de la mejor tradición del humor británico. Mal embajador se han buscado Amis y Sharp.

  Por lo demás el libro está bien editado. Magnífico el papel amarillento, el gramaje, el tamaño, lástima del gasto. Tres euros.

  Un único subrayado; y no es de su cosecha: “Hay quien dice que la felicidad humana reside en la capacidad para estar sentado en silencio, a solas, en una sala”. En fin, eso, mejor dicho, ya lo dijo Pascal hace un porrón de años.  

  Escribir cien veces: “no volveré a llevarme ningún libro sin alguna garantía de calidad”.

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