jueves, 4 de febrero de 2021

ROMANTICISMO. MANUEL LONGARES.


   Esta novela, publicada en Alfaguara en el 2001, 2002, sexta edición, la compré en la que últimamente con el Rastro, es suministradora de los libros que compro de segunda mano. 4 euros y en buen estado: la librería solidaria. Tenía ganas de leerla. Se habló mucho cuando se publicó y creo que tuvo algún premio de la crítica. Cuenta la vida de la generación de tres mujeres de una familia bien del barrio de Salamanca desde la agonía de Franco a los años noventa. En el principio sienten el miedo a los cambios que se avecinan, el miedo a perder capital y posición social. Se habla de las grandes tiendas de Goya, Príncipe de Vergara, las vacaciones en San Sebastián, en San Rafael, los coches de lujo, las casas grandes, las comidas, los aperitivos en buenas cafeterías, las ropas, las misas, las esquelas en ABC, los amoríos, los matrimonios y las infidelidades.

  A mí no me ha gustado mucho. Es verdad que ya, a mi edad, me empiezo a cansar de las novelas en general, a no ser que se transluzca un poso de realidad palpable. O algo de teoría de la vida. Tener la necesidad de coger un lápiz o un bolígrafo y subrayar, anotar frases, teorías, hechos. Con esta novela apenas me ha ocurrido eso. Con la Agonía de Francia, que acabo de empezar me ha pasado lo contrario. Anotar y subrayar.

“-El mínimo para ser famoso es la guerra –sentenció Caty Labaig-. Tú ganas una guerra, como el Caudillo, y sales siempre en los periódicos.

-Y si pierdes, en las esquelas –añadió Javo Chiquri”.

“...los hombres del barrio de Salamanca transmitían a sus hijos los negocios iniciados por sus abuelos y expiraban en la misma cama donde desgarraron el vientre de su madre y el himen de su mujer”. De ahí los intentos de los estados modernos en quedarse un buen bocado de lo que se hereda, a veces de manera dantesca.

  “-Con dinero todo se arregla. No hay mejor consejo que veinte duros”.

  En la tercera parte se habla más de las esperanzas de los humildes en elevar su posición. Romanticismo.

  “-A mi padre le perdonaron la muerte pero le hicieron la vida imposible”.

El destino no ha querido que yo fuera lo que ha demandado siempre mi espíritu: ser un señor burgués en una familia burguesa del barrio de Salamanca. Así, ha tenido uno que ganarse las castañas con el sudor de su pobre ingenio.

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